jueves, 18 de septiembre de 2014

Reseña: The Bilinda Butchers - Heaven


Un álbum hecho a la medida del Club 27 de Morrison, Joplin, Hendrix o Cobain.


Hace unos días hablábamos de The Bilinda Butchers, un dúo de San Francisco que viene labrándose un nombre con mucha justicia luego de dos EPs magníficos que les abrieron el camino para grabar su debut discográfico este año que lleva el titulo de Heaven. Este relata la historia de una chica llamada Nakajima Ume, que vivió en el Japón del siglo XIX y dejó un diario en el cual contaba como fue forzada a casarse con un noble de la época conocido por su crueldad, para luego conocer y enamorarse de un poeta de la misma edad de ella. Cuando la relación entre ambos se descubre, el poeta es exiliado por el noble a un lugar lejano.

Si bien al principio Ume cae en depresión (mucho más al saber un tiempo después de la muerte de su amado), finalmente encuentra la claridad suficiente para terminar el diario con un manifiesto: va a suicidarse para reunirse con su verdadero amor. Una historia muy por el estilo de Los Puentes de Madison, pero con una cuota de drama todavía mayor. La historia la encontraran con algo más de detalle en su Bandcamp. O bien, en las propias letras del álbum.

De hecho “Ume” abre el álbum y comienza a relatar la historia, introduciéndonos en la psiquis de la chica. Puede ser fácilmente uno de los mejores momentos del shoegaze en este 2014. En la voz cuentan con la participacion de Juri Nakashima. “Less Than” da un giro de 180 grados para mostrarnos una banda que también sabe manejar a su antojo ese dualismo entre melodías alegres y una letra mas tristona. En “Old Style Amami” (nuevamente con la participación de Nakashima) y “Shadow Beat” volvemos a ver un cara y sello donde la primera apuesta por la intensidad casi ambiental en las guitarras, y la segunda prefiere lanzarse por el abismo metiendo un pulso más rockero y contundente, aunque siempre alternando con los momentos más íntimos y melódicos de las estrofas.

“Golden House” es otro nivel mental. Es conmovedora, épica, apasionada y entrecruza sabiamente las guitarras, la voz de la invitada que en esta ocasión es la griega Sarah Psalti, y esos teclados que parecieran flautas de pan. El paréntesis instrumental, ambiental y minimalista de “New Style Akashi” abre paso a “The Lover’s Suicide”, nuevamente con esa inocencia del dream pop en las guitarras y anticipando la forma en que terminará esta historia. “Tanka” opta por un ambiente que oscila entre new age y trip hop.

Llega el turno de “Edo Method”, y de nuevo el indie pop marca la parada. Es como si Shirley Manson cantara en Cocteau Twins. Luego de ese bello susurro al oído que es “The River Sumida” donde nos enteramos que el poeta se suicida, pasamos a “Golden House 2” que si no te pone a nadar en el mar o en las estrellas, es porque estás muerto. Es el punto donde el pacto de ese amor suicida adquiere su forma definitiva con “Heaven Holds A Place”, bien emparentada con el madchester, y muy particularmente con los primeros Stone Roses. Muy intensa, segura de si misma, y con la firme intención de Ume para buscar en la muerte a su amor. Los gritos desesperados y lastimeros la ponen muy por la línea de “The Great Gig In The Sky” de Pink Floyd.

“Heaven” termina el diario dejando claro que ese amor es uno que llegaría al extremo de la locura si pudiera. Concluye así un viaje muy ecléctico, con esa angelical voz de Juri Nakashima que te invita a repetirlo.

Cuando hablaba la semana pasada de The Bilinda Butchers (y concretamente de Heaven) decía que era un álbum que si Kurt Cobain pudiera escuchar, lo haría llorar. Es una historia de amores imposibles, promesas sin cumplir, represión de los fuertes, y la búsqueda de la libertad a través de la muerte. Un álbum hecho a la medida del Club 27 de Morrison, Joplin y Hendrix. Cuenta con invitados que cumplían un rol concreto en cada canción, como si fuese una creación colectiva. Entre eso y un equilibrio tremendo entre melodía, atmosfera y pasión; está el encanto de esta bella y triste historia.

Mi recomendada es “Golden House”. El desespero tan inmenso de la letra entrecruzado con los teclados y las guitarras hacen una combinación que saca lagrimas hasta del mas fuerte.

Aquí va “Shadow Beat”.



Calificación: 4.5/5

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