Un acople australiano capaz de ser tan intimo como osado.
Existen momentos en que uno escucha tanta música (o esta tan interesado por escuchar tanta) que la inmensidad es abrumadora. El problema es cuando ese momento dura 6 años y para sobrellevar esa adicción crónica a escuchar hay que escribir en un papel o en un espacio minúsculo de la Red acerca de esas cosas que, para uno, son trascendentales y así liberar la mente para lo que sigue. El rizo se enreda mas si una de esas bandas se hace adictiva, como en el caso que leerán a continuación.
Graveyard Train es un acople australiano que se autodefine como "horror country", capaz de ser tan intimo como osado. Llevan hasta la fecha tres álbumes, todos con una linea claramente definida en donde las letras bizarras y esa música tan cinematográfica se llevan de la mano por el simple hecho de que capturan esa esencia y la llevan a un terreno totalmente diferente. Como para dar una buena idea de lo que hacen, es una versión menos cómica e igualmente sórdida de A Million Ways To Die In The West, la mas reciente película de Seth McFarlane.
Si me lo preguntan, muchas de sus canciones tienen mas sentimiento que los de Mumford and Sons o Alabama Shakes que, aun siendo buenísimas, no llevan su osadía instrumental y lírica a ese nivel. Pero esto es solo un abrebocas, puesto que muy pronto estaré publicando la reseña de Takes One To Know One, su mas reciente lanzamiento y uno de los mas interesantes de este 2014.
Hasta entonces, una presentación en sociedad con "Ballad Of Beelzebub", de su primer álbum.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario