lunes, 9 de febrero de 2015

Pills 'N' Thrills: De rockstars, periodismo y honor perdido

Una noche me encontraba con un amigo en un sitio de mala muerte. No pasó gran cosa (no de la que uno esperaría, al menos) pues básicamente la oferta estaba floja y los bolsillos también. Hubo un par de cosas que ese día cambiaron mi forma de ver a las personas (y sobre todo a mi propio ser) para siempre, pero no son pertinentes para lo que estoy escribiendo en este momento.

Lo que si es pertinente es que mientras hablábamos tonterías y soltábamos uno que otro halago de admiración mutua (es periodista igual que yo), mi amigo decía, parafraseando a Kurt Cobain, que el periodismo musical era a lo que se dedicaban los rockeros frustrados. Decía que si bien eso era muy cierto, la vida del periodista musical también tenia mucho de romántica, apasionante y desafiante con el stablishment. Mucho de lo que ambos aspiramos a ser, ya sea por voluntad o necesidad del entorno.

Hay muchos nombres que cumplen con esa regla. John Peel, The Electrifying Mojo, Hunter S Thompson, Lester Bangs, Everett True... Tipos que bajo sus propias reglas y eliminando el sofisma de la "imparcialidad" en sus trabajos, fueron capaces de forjarse una leyenda al darle mística con sus plumas o su locución a la música y la sociedad de su tiempo. Unos más decadentes que otros, pero grandes al fin y al cabo.

Nunca me he planteado ser un rockstar. Es aburrido, sobrevalorado, viejo y principalmente innecesario.  Ser un lobo solitario tiene toda la decadencia y el misterio que necesito sobre mi persona. Cuando escribo sobre música siempre pienso en las cosas que fueron, las que son y las que serán alrededor de las canciones y trato de darles al menos una pequeña parte de la mística que le daban esos genios. Como buscando ser la voz de una generación (cosa pretenciosa donde las haya). 

O en ultimas, aspiro a que un artista del cual haya dicho porquerías me incluya en una canción retándome a duelo por el honor perdido. 

Un poco como él.


Feliz día a todos los periodistas de verdad. Los que en la victoria y en la derrota siempre ponen la sensatez por delante. Y a los que aspiran a serlo, porque van por el camino correcto.

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