Puede ser el "canto de cisne" para esta generación de neo-psicodélicos.
La psicodelia del nuevo milenio es la tendencia que posiblemente deja más y mejores trabajos por metro cuadrado entre todas las que hay. Hemos sido testigos de cómo mentes desquiciadas se han convertido en los personajes que lideran toda una forma de encarar el negocio y lidiar con la (seguramente inconsciente) responsabilidad de mantener viva la llama de un rock que, como mi vieja mula, ya no es lo que era.
Es en ese
ámbito donde hemos visto las revelaciones más notables, habiendo sido testigos
de la incontinencia creativa de unos King Gizzard & The Lizard Wizard, la
asertividad para impactar de lleno en una generación como hizo Tame Impala, o
la capacidad de crear un halo mitológico alrededor de una persona aun en
tiempos de Internet como ha conseguido Ty Segall. Y este año es momento de
elegir los trabajos que más llamaron nuestra atención entre aquellos decididos
a viajar y hacernos viajar con los ambientes más lisérgicos posibles, sea que
partan del garage, de los punteos a lo The Byrds, o elijan el brutalismo
distorsionado de una guitarra.
Y no obstante, el 2017 puede ser el "canto de cisne" para esta generación de neo-psicodélicos. Aunque Ty Segall o John Dwyer de OCS puedan seguir siendo determinantes y King Gizzard seguir en su cruzada frenética por grabar más discos que nadie, se antoja complicado que los años dorados puedan seguir mucho tiempo más, especialmente si tomamos en cuenta el giro de Pond y Temples hacia eso que hizo Tame Impala en 'Currents'. Algunos grupos nuevos aparecieron pero todavía les falta tiempo para equipararse a los mencionados, cosa que no impide destacarlos.
Y no obstante, el 2017 puede ser el "canto de cisne" para esta generación de neo-psicodélicos. Aunque Ty Segall o John Dwyer de OCS puedan seguir siendo determinantes y King Gizzard seguir en su cruzada frenética por grabar más discos que nadie, se antoja complicado que los años dorados puedan seguir mucho tiempo más, especialmente si tomamos en cuenta el giro de Pond y Temples hacia eso que hizo Tame Impala en 'Currents'. Algunos grupos nuevos aparecieron pero todavía les falta tiempo para equipararse a los mencionados, cosa que no impide destacarlos.
Se queda por
fuera
The
Moonbeats – The Moonbeats
Provenientes
de Suecia, The Moonbeats lanzó su debut homónimo este año y la verdad es que
parece directamente extraído de 1967. La retromanía que reflejan desde la misma
tipografía presente en la portada no es un logro en sí mismo, y seguramente
esos órganos prolongados no se alejan mucho de los que mostró Foxygen en sus
primeros años. Eso nos deja con dos cosas para destacarlo: las canciones, que
sin ser de lo más memorables se mandan momentos instrumentalmente chuscos como
en “Life Is All Too Strange For You To Come My Way” o “To Live Pleases Me” donde dejan ver cierta
deuda con la Costa Oeste; y cierta predilección por transmitir nostalgia o
melancolía dirigidas en apariencia a esos tiempos más inocentes de la
contracultura, pero que en el fondo son el típico reflejo escapista frente a
los tiempos que corren.
10. Hawkwind - Into The Woods
9. Church Of
Sun – Golden Ram
Desde la
siempre prolífica Costa Oeste de los Estados Unidos, Church Of Sun lanza su
tercer trabajo de estudio, ‘Golden Ram’. Apelando al garage psicodélico se
balancean entre el salvajismo casi espontaneo de “Monkey See Monkey Do” y “MLK”
que de manera subrepticia demuestra ser muy melódica, mientras que en la más
tradicional “Yellow Rose” se las ingenian para incorporar ruidos de lo más
extraños. Destacable el cover del clásico "I Wanna Be Your Dog" de The Stooges, a la altura de la demencia que saben transmitir tanto en vivo como en estudio.
8. Fleece –
Voyager
El segundo
trabajo de estos canadienses va a medio camino entre la línea progresiva
marcada por Yes con esos toques jazz ocasionales, y la psicodelia más refinada,
orquestal y cuidada vocalmente. ‘Voyager’ prueba un montón de cosas que no se
ven mucho en su anterior LP entre ellas el uso de flautas y sintetizadores. El
resultado termina guardando un curioso parentesco con el de Todd Rundgren en
sus primeros años como solista, al extremo que la voz de Matthew Rogers
recuerda mucho a la de este, y hasta “Riverside” recuerda un poco a “Hello It’s
Me”. Muy recomendado por este lado si gustan del lado más meloso de la
psicodelia.
7. Moon Duo
– Occult Architecture Vol. 1
Luego de
lanzar un glorioso ‘Shadow Of The Sun’ en 2015, el dúo de Portland vuelve al
ruedo con ‘Occult Architecture’, trabajo dividido en dos volúmenes y del cual
elegí destacar el primero por llevar a un extremo absurdo su fascinación con el
krautrock así como el uso de guitarras pesadas y repetitivas hasta producir un
auténtico desafío auditivo para el oyente. Envolvente y a la vez impenetrable,
tiene su encanto incluso cuando varia sin más de ese ejercicio Black Sabbath
aún más industrial de “Cult Of Moloch” a ese tono new wave presente en “Will Of
The Devil”.
6. The Black
Angels – Death Song
Desde que ‘Death
Song’ comienza a rodar con “Currency” es como si cada guitarrazo o cada golpe
de batería soltaran fuegos pirotécnicos. En parte eso se debe a que se manejan
con la soltura suficiente para saber cuándo debe ser la estridencia o la calma
inquietante quien domine en los distintos pasajes de las canciones que
conforman el quinto trabajo de sus carreras. Para The Black Angels la idea en general sigue siendo la
misma de siempre (tomar las ideas de pioneros en lo que al garage se refiere como The Seeds
o The 13th Floor Elevators) y traducirlas a un plano más agresivo como el de las
bandas que suele dejar Texas, pero ahora la experiencia acumulada permite que
lancen un LP mucho más redondo que los anteriores.
5. The Brian
Jonestown Massacre – Don’t Get Lost
El hecho de
que The Brian Jonestown Massacre se ganara el respeto de ese público tan
difícil de complacer como el underground en 27 años de trayectoria se explica
fácilmente cuando uno escucha su más reciente placa, ‘Don’t Get Lost’. Fiel a
su necesidad de encarar el siguiente desafío, Anton Newcombe explora una faceta
que oscila entre ritmos discotequeros, minimalismo espacial y uno que otro
momento distorsionado. No es alocado por su ejecución, pero si por ampliar un
espectro musical que siempre parece que no puede ampliarse más, apelando al uso
de sintetizadores en cada tema para pasar según sea el caso de sonar como Pink
Floyd a sonar como Inspiral Carpets o The Charlatans (de hecho el cantante Tim
Burgess colabora en “Fact 67”).
4. Ecstatic
Vision – Raw Rock Fury
No tengo
muchos reparos en admitir que una buena parte de mi admiración hacia la
psicodelia proviene del ejemplo de Hawkwind o Arthur Brown, personajes que la
interpretaron desde una mirada abrasiva, pesada y hasta iconoclasta. Tal vez
sea por eso que el segundo trabajo de Ecstatic Vision, ‘Raw Rock Fury’ me llegó
a gustar tanto. No elude las mañas del rock clásico ni esa sensación de
fraternidad entre ebrios mechudos en un bar de “rockcito” (coros con voz grave
y propia de cantina) pero al mismo tiempo cuida de ir más allá de la mera
estridencia en las guitarras (pasajes de teclado como los de “The Electric Step”) dejando ver la importancia del krautrock en su acople y claro, su interés en el rock progresivo. En líneas generales
suena como Steppenwolf o MC5 improvisando canciones de Amon Duul. Y si, ese símil
suena tan genial como parece.
3. Oh Sees –
Orc
Fiel a su
costumbre de mostrarse como alguien interesado en reinventar su mirada de la
psicodelia una y otra vez, John Dwyer decidió rebautizar a Thee Oh Sees como Oh
Sees y lanzar ‘Orc’, un trabajo donde básicamente apela al sonido en directo
mostrado por la banda que viene presentando ‘A Weird Exits’ y ‘An Odd
Entrances’. Con dos bateristas se permite configurar el garage psicodélico que
acostumbra el proyecto en los últimos tiempos hasta volverlo un ejercicio de
frenesí atrapante por desquiciado a punta de polirritmia. Unos meses más tarde
vuelve a cambiar el nombre de la banda a OCS y lanza el tremendo ‘Memory Of A
Cutt Off Head’ donde pareciese que el folk hippie de Donovan deriva en una
versión friki del mismo. Pero elegimos quedarnos con esa impulsividad guitarrera del orco.
2. Ty Segall
– Ty Segall
Perfectamente
Ty Segall podría ser un equivalente a Jack White (en lo que a significación
generacional se refiere) pero la industria musical ha cambiado bastante incluso
comparándola con la del 2004 y no se puede beneficiar de semejante perfil, cosa
que no le impidió ser el instigador de esa fiebre lisérgica que se apoderó del
indie rock en los últimos tiempos. Un cruzado contra los servicios de streaming
y un compositor prolífico, se las ingenió para escribir los paradigmas que
siguen muchos de estos grupos en la actualidad. Cuando lanza un álbum de título
homónimo uno espera que sea algo así como un disco arquetípico, y la cosa es
que algo así le sale. Alternando momentos de pura estridencia como los de
“Break A Guitar” con interludios soberbios como el medio bossa nova que se
escucha en “Warm Hands (Freedom Returned)” o momentos de pura y física melodía
como los de la bella “Orange Color Queen” el californiano deja evidencia una
vez más de su consistencia y constante evolución, un disco a la vez. Si el
nombre de Ty Segall no les dice nada, este LP será un buen punto de partida
para ir explorando hacia atrás todos los geniales desvaríos que nos ha sabido
dejar este curioso personaje a lo largo de su carrera.
1. King
Gizzard & The Lizard Wizard – Polygondwanaland
Moon Duo
lanzó dos discos, Dwyer grabó uno como Oh Sees y otro como OCS. Con Omar
Rodriguez-Lopez ya perdí la cuenta de cuantos trabajos lanzó entre el año
pasado y este, y con Buckethead no me tomaré la molestia de hacer cuentas. ¿Qué
trato de decir? Que la gesta de King Gizzard & The Lizard Wizard (cinco
discos en un año, con el último de ellos programado para salir en algún momento de este agonizante 2017) no es algo novedoso realmente ni siquiera
entre el circuito psicodélico. Lo que ocurre con ellos es que nunca se había
escuchado a una banda grabar, lanzar y girar con cinco discos donde se
ofrecieran estándares de calidad tan altos (al menos los dos adelantos del
último han sido bastante satisfactorios). Sería una necedad poner los cuatro
que han lanzado a la fecha en el ranking aunque lo merezcan, por eso a la larga
me quedé con ‘Polygondwanaland’ al ser el que explota mejor todas las
posibilidades del grupo (polirritmia, variedad instrumental, capacidad de
generar matices casi infinitos) hasta llevarlos a un nivel que quien escribe ni
siquiera soñaba cuando los conoció hace unos años por ‘Oddments’.
Por si eso no es suficiente, eligieron una forma de distribución que pone en común la apertura de Radiohead años atrás con el famoso “pague lo que quiera” de ‘In Rainbows’ con la dinámica comunitaria banda-público presente en Grateful Dead o Phish. Pusieron a disposición del público links de descarga gratuita, así como las herramientas necesarias para prensar el disco por cuenta propia fuese en vinilo o en CD. Naturalmente como es una banda de perfil más bajo no se le dio la atención que merecía a esta iniciativa. Eso sí, no se preocupen si alguien más toma esa idea, la lleva a mejor puerto y seamos nosotros quienes señalemos a ese alguien y decirle “King Gizzard lo hizo primero”.
Por si eso no es suficiente, eligieron una forma de distribución que pone en común la apertura de Radiohead años atrás con el famoso “pague lo que quiera” de ‘In Rainbows’ con la dinámica comunitaria banda-público presente en Grateful Dead o Phish. Pusieron a disposición del público links de descarga gratuita, así como las herramientas necesarias para prensar el disco por cuenta propia fuese en vinilo o en CD. Naturalmente como es una banda de perfil más bajo no se le dio la atención que merecía a esta iniciativa. Eso sí, no se preocupen si alguien más toma esa idea, la lleva a mejor puerto y seamos nosotros quienes señalemos a ese alguien y decirle “King Gizzard lo hizo primero”.
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