viernes, 22 de diciembre de 2017

Los 10 álbumes psicodelicos del 2017


Puede ser el "canto de cisne" para esta generación de neo-psicodélicos.

La psicodelia del nuevo milenio es la tendencia que posiblemente deja más y mejores trabajos por metro cuadrado entre todas las que hay. Hemos sido testigos de cómo mentes desquiciadas se han convertido en los personajes que lideran toda una forma de encarar el negocio y lidiar con la (seguramente inconsciente) responsabilidad de mantener viva la llama de un rock que, como mi vieja mula, ya no es lo que era.

Es en ese ámbito donde hemos visto las revelaciones más notables, habiendo sido testigos de la incontinencia creativa de unos King Gizzard & The Lizard Wizard, la asertividad para impactar de lleno en una generación como hizo Tame Impala, o la capacidad de crear un halo mitológico alrededor de una persona aun en tiempos de Internet como ha conseguido Ty Segall. Y este año es momento de elegir los trabajos que más llamaron nuestra atención entre aquellos decididos a viajar y hacernos viajar con los ambientes más lisérgicos posibles, sea que partan del garage, de los punteos a lo The Byrds, o elijan el brutalismo distorsionado de una guitarra.

Y no obstante, el 2017 puede ser el "canto de cisne" para esta generación de neo-psicodélicos. Aunque Ty Segall o John Dwyer de OCS puedan seguir siendo determinantes y King Gizzard seguir en su cruzada frenética por grabar más discos que nadie, se antoja complicado que los años dorados puedan seguir mucho tiempo más, especialmente si tomamos en cuenta el giro de Pond y Temples hacia eso que hizo Tame Impala en 'Currents'. Algunos grupos nuevos aparecieron pero todavía les falta tiempo para equipararse a los mencionados, cosa que no impide destacarlos.


Se queda por fuera

The Moonbeats – The Moonbeats


Provenientes de Suecia, The Moonbeats lanzó su debut homónimo este año y la verdad es que parece directamente extraído de 1967. La retromanía que reflejan desde la misma tipografía presente en la portada no es un logro en sí mismo, y seguramente esos órganos prolongados no se alejan mucho de los que mostró Foxygen en sus primeros años. Eso nos deja con dos cosas para destacarlo: las canciones, que sin ser de lo más memorables se mandan momentos instrumentalmente chuscos como en “Life Is All Too Strange For You To Come My Way” o “To Live Pleases Me” donde dejan ver cierta deuda con la Costa Oeste; y cierta predilección por transmitir nostalgia o melancolía dirigidas en apariencia a esos tiempos más inocentes de la contracultura, pero que en el fondo son el típico reflejo escapista frente a los tiempos que corren.



10. Hawkwind - Into The Woods


Siendo un grupo fundamental en la psicodelia de los setenta, Hawkwind ciertamente no tiene el mismo lustre que en esos gloriosos años (mucho menos después de la pelea por los derechos del nombre entre Dave Brock y Nik Turner que acabó con victoria del primero), pero todavía se las ingenia para dejar buenos trabajos. 'Into The Woods' en particular profundiza en el ambient (a ratos rayando en el new age) que ha permeado la música del grupo de un tiempo para acá hasta sonar con una actitud ciertamente pastoral, relajada. Eso al menos hasta que las guitarras retumban y retuercen esa paz para convertirla en algo un poquito más pagano.



9. Church Of Sun – Golden Ram


Desde la siempre prolífica Costa Oeste de los Estados Unidos, Church Of Sun lanza su tercer trabajo de estudio, ‘Golden Ram’. Apelando al garage psicodélico se balancean entre el salvajismo casi espontaneo de “Monkey See Monkey Do” y “MLK” que de manera subrepticia demuestra ser muy melódica, mientras que en la más tradicional “Yellow Rose” se las ingenian para incorporar ruidos de lo más extraños. Destacable el cover del clásico "I Wanna Be Your Dog" de The Stooges, a la altura de la demencia que saben transmitir tanto en vivo como en estudio.



8. Fleece – Voyager


El segundo trabajo de estos canadienses va a medio camino entre la línea progresiva marcada por Yes con esos toques jazz ocasionales, y la psicodelia más refinada, orquestal y cuidada vocalmente. ‘Voyager’ prueba un montón de cosas que no se ven mucho en su anterior LP entre ellas el uso de flautas y sintetizadores. El resultado termina guardando un curioso parentesco con el de Todd Rundgren en sus primeros años como solista, al extremo que la voz de Matthew Rogers recuerda mucho a la de este, y hasta “Riverside” recuerda un poco a “Hello It’s Me”. Muy recomendado por este lado si gustan del lado más meloso de la psicodelia.



7. Moon Duo – Occult Architecture Vol. 1


Luego de lanzar un glorioso ‘Shadow Of The Sun’ en 2015, el dúo de Portland vuelve al ruedo con ‘Occult Architecture’, trabajo dividido en dos volúmenes y del cual elegí destacar el primero por llevar a un extremo absurdo su fascinación con el krautrock así como el uso de guitarras pesadas y repetitivas hasta producir un auténtico desafío auditivo para el oyente. Envolvente y a la vez impenetrable, tiene su encanto incluso cuando varia sin más de ese ejercicio Black Sabbath aún más industrial de “Cult Of Moloch” a ese tono new wave presente en “Will Of The Devil”.



6. The Black Angels – Death Song


Desde que ‘Death Song’ comienza a rodar con “Currency” es como si cada guitarrazo o cada golpe de batería soltaran fuegos pirotécnicos. En parte eso se debe a que se manejan con la soltura suficiente para saber cuándo debe ser la estridencia o la calma inquietante quien domine en los distintos pasajes de las canciones que conforman el quinto trabajo de sus carreras. Para The Black Angels la idea en general sigue siendo la misma de siempre  (tomar las ideas de pioneros en lo que al garage se refiere como The Seeds o The 13th Floor Elevators) y traducirlas a un plano más agresivo como el de las bandas que suele dejar Texas, pero ahora la experiencia acumulada permite que lancen un LP mucho más redondo que los anteriores.



5. The Brian Jonestown Massacre – Don’t Get Lost


El hecho de que The Brian Jonestown Massacre se ganara el respeto de ese público tan difícil de complacer como el underground en 27 años de trayectoria se explica fácilmente cuando uno escucha su más reciente placa, ‘Don’t Get Lost’. Fiel a su necesidad de encarar el siguiente desafío, Anton Newcombe explora una faceta que oscila entre ritmos discotequeros, minimalismo espacial y uno que otro momento distorsionado. No es alocado por su ejecución, pero si por ampliar un espectro musical que siempre parece que no puede ampliarse más, apelando al uso de sintetizadores en cada tema para pasar según sea el caso de sonar como Pink Floyd a sonar como Inspiral Carpets o The Charlatans (de hecho el cantante Tim Burgess colabora en “Fact 67”).



4. Ecstatic Vision – Raw Rock Fury


No tengo muchos reparos en admitir que una buena parte de mi admiración hacia la psicodelia proviene del ejemplo de Hawkwind o Arthur Brown, personajes que la interpretaron desde una mirada abrasiva, pesada y hasta iconoclasta. Tal vez sea por eso que el segundo trabajo de Ecstatic Vision, ‘Raw Rock Fury’ me llegó a gustar tanto. No elude las mañas del rock clásico ni esa sensación de fraternidad entre ebrios mechudos en un bar de “rockcito” (coros con voz grave y propia de cantina) pero al mismo tiempo cuida de ir más allá de la mera estridencia en las guitarras (pasajes de teclado como los de “The Electric Step”) dejando ver la importancia del krautrock en su acople y claro, su interés en el rock progresivo. En líneas generales suena como Steppenwolf o MC5 improvisando canciones de Amon Duul. Y si, ese símil suena tan genial como parece.



3. Oh Sees – Orc


Fiel a su costumbre de mostrarse como alguien interesado en reinventar su mirada de la psicodelia una y otra vez, John Dwyer decidió rebautizar a Thee Oh Sees como Oh Sees y lanzar ‘Orc’, un trabajo donde básicamente apela al sonido en directo mostrado por la banda que viene presentando ‘A Weird Exits’ y ‘An Odd Entrances’. Con dos bateristas se permite configurar el garage psicodélico que acostumbra el proyecto en los últimos tiempos hasta volverlo un ejercicio de frenesí atrapante por desquiciado a punta de polirritmia. Unos meses más tarde vuelve a cambiar el nombre de la banda a OCS y lanza el tremendo ‘Memory Of A Cutt Off Head’ donde pareciese que el folk hippie de Donovan deriva en una versión friki del mismo. Pero elegimos quedarnos con esa impulsividad guitarrera del orco.



2. Ty Segall – Ty Segall


Perfectamente Ty Segall podría ser un equivalente a Jack White (en lo que a significación generacional se refiere) pero la industria musical ha cambiado bastante incluso comparándola con la del 2004 y no se puede beneficiar de semejante perfil, cosa que no le impidió ser el instigador de esa fiebre lisérgica que se apoderó del indie rock en los últimos tiempos. Un cruzado contra los servicios de streaming y un compositor prolífico, se las ingenió para escribir los paradigmas que siguen muchos de estos grupos en la actualidad. Cuando lanza un álbum de título homónimo uno espera que sea algo así como un disco arquetípico, y la cosa es que algo así le sale. Alternando momentos de pura estridencia como los de “Break A Guitar” con interludios soberbios como el medio bossa nova que se escucha en “Warm Hands (Freedom Returned)” o momentos de pura y física melodía como los de la bella “Orange Color Queen” el californiano deja evidencia una vez más de su consistencia y constante evolución, un disco a la vez. Si el nombre de Ty Segall no les dice nada, este LP será un buen punto de partida para ir explorando hacia atrás todos los geniales desvaríos que nos ha sabido dejar este curioso personaje a lo largo de su carrera.



1. King Gizzard & The Lizard Wizard – Polygondwanaland



Moon Duo lanzó dos discos, Dwyer grabó uno como Oh Sees y otro como OCS. Con Omar Rodriguez-Lopez ya perdí la cuenta de cuantos trabajos lanzó entre el año pasado y este, y con Buckethead no me tomaré la molestia de hacer cuentas. ¿Qué trato de decir? Que la gesta de King Gizzard & The Lizard Wizard (cinco discos en un año, con el último de ellos programado para salir en algún momento de este agonizante 2017) no es algo novedoso realmente ni siquiera entre el circuito psicodélico. Lo que ocurre con ellos es que nunca se había escuchado a una banda grabar, lanzar y girar con cinco discos donde se ofrecieran estándares de calidad tan altos (al menos los dos adelantos del último han sido bastante satisfactorios). Sería una necedad poner los cuatro que han lanzado a la fecha en el ranking aunque lo merezcan, por eso a la larga me quedé con ‘Polygondwanaland’ al ser el que explota mejor todas las posibilidades del grupo (polirritmia, variedad instrumental, capacidad de generar matices casi infinitos) hasta llevarlos a un nivel que quien escribe ni siquiera soñaba cuando los conoció hace unos años por ‘Oddments’.

Por si eso no es suficiente, eligieron una forma de distribución que pone en común la apertura de Radiohead años atrás con el famoso “pague lo que quiera” de ‘In Rainbows’ con la dinámica comunitaria banda-público presente en Grateful Dead o Phish. Pusieron a disposición del público links de descarga gratuita, así como las herramientas necesarias para prensar el disco por cuenta propia fuese en vinilo o en CD. Naturalmente como es una banda de perfil más bajo no se le dio la atención que merecía a esta iniciativa. Eso sí, no se preocupen si alguien más toma esa idea, la lleva a mejor puerto y seamos nosotros quienes señalemos a ese alguien y decirle “King Gizzard lo hizo primero”.

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