miércoles, 24 de febrero de 2016

Reseña: Kula Shaker - K2.0


No es un álbum que busque revivir como tal su sonido clásico, sino reinventarlo.

Honestamente, tenía a Kula Shaker como un recuerdo lejano de los noventa que hacia conciertos de vez en cuando, luego de su regreso hace unos años. Por algún motivo cuando conocí la música del grupo encabezado por Crispian Mills no exploré sus discos del nuevo milenio: el regular Strangefolk de 2007 y el buen Pilgrims Progress de 2010.  Solo vine a hacerlo ahora para tener algo de contexto antes de escuchar K2.0, el quinto trabajo de estudio del grupo que nos supo sorprender con canciones como “Tattva”, “Govinda” o “Mystical Machine Gun”.

Por la recepción dividida que tuvieron Strangefolk y Pilgrims Progress, tal parece que la banda se exigió más a sí misma durante las grabaciones de K2.0. Aunque el titulo indique lo contrario (es un guiño a su aclamado álbum debut de 1995, ‘K’), no es un álbum que busque revivir como tal su sonido clásico, sino reinventarlo.

Y eso, déjenme decirles, es digno de aplaudir.

Más centrados en las guitarras pero cuidando de no caer demasiado en clichés britpop, tienen el valor de darle un giro de tuerca a su sonido sin tener siquiera la necesidad de hacerlo. Felizmente habríamos aceptado algo como esa mezcla de Grateful Dead y los Beatles de Revolver o el Sgt Peppers que supieron ser en el pasado, pero en vez de eso prefieren seguir escribiendo nuevos capítulos en su historia. Probablemente no es su trabajo más relevante o el más destacado desde que decidieron reformarse en 2004. Pero los fans más arrecimos seguramente encontraran motivos para apreciar esta “versión 2.0” del grupo londinense.

Por ejemplo, el primer corte “Infinite Sun” demuestra que es cierto eso de que "más sabe el diablo por viejo que por diablo”. Es la más ligada al estilo que los hizo reconocidos en los noventa (junto a la ingeniosa 'segunda parte' a su clásico cover de "Hush" en “Get Right Get Ready”), con trazos de neo psicodelia, sitares y un aire oriental que se siente muy natural. Podría decirse que se vincula por las guitarras con los primeros Tame Impala, si bien en los britanicos se siente que la cosa va muy en plan de "enseñemos a esos novatos como se hace". “Here Comes My Demons” es otro buen ejemplo de eso, si bien opta por algo más despojado, al estilo de The Doors.

Esas son de los pocos temas directamente ligados a los noventa, puesto que en el resto de canciones nos topamos con una banda más visceral y menos dada a “viajar”. La canción más representativa de K 2.0 es sin duda “Oh Mary”. Rasposa, con rasgueos bien beatlescos, uno que otro sitar sonando como por descuido; representa con claridad la idea de la banda para esta ocasión: darle madurez a su sonido. Logro que tiene en “Mountain Lifter” uno de sus puntos más altos, donde el britpop se entrecruza con los sesenta, la psicodelia, la India y ese ambiente propio de una noche de tragos un pub como un todo imparable.

Sabiendo eso, no resulta tan extraño escuchar cómo “33 Crows” explota une cantautor que no esperábamos en lo absoluto de Crispian Mills, con sitares que suenan como banjos (¿o al revés?) como protagonistas. O escuchar ese tono medio barroco de “High Noon”, o esa manera más lounge de encarar sus influencias hindú en “Hari Bol (The Sweetest Thing)”.

Entre las que se pueden escuchar por ese estilo más directo y con menos prominencia de los teclados, “Death Of Democracy” es la mejor con distancia y por eso mismo mi recomendada. Tiene un aire cabaretero que permite apreciar a Kula Shaker desde toda una nueva perspectiva que puede resultar interesante si deciden seguirla explorando en trabajos posteriores. Tan interesante como ese segundo aire que parecen haber tomado.

Aquí va "Infinite Sun".


Calificación: 4/5

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