domingo, 14 de febrero de 2016

Reseña: Bloc Party - Hymns


¿Por qué Okereke piensa que la banda necesita ser “controlada”?
Creo que la generación a la cual pertenezco entró en esa etapa (muchas veces inevitable) de la vida en que las bandas con las cuales creció lo decepcionan luego de un tiempo cuando parecen haberse olvidado de las cosas por las cuales los elegimos como nuestros héroes. Paso con Coldplay, Muse y a pesar de que no pienso lo mismo, con The Strokes y The Killers. Ahora el turno le llega a Bloc Party, banda que si bien ya había perdido frescura en los últimos tiempos, parece haber perdido algo más con su quinto trabajo de estudio, Hymns.

Una verdadera lástima, claro. Porque incluso con esos discos que no pocos decían fueron terribles, se podían encontrar motivos para seguirlos apoyando a pesar de no ser Silent Alarm. Incluso Four con esa tendencia más pesada era agradable. Tenía buenos sencillos y daban ganas de escuchar esas canciones en vivo. Ojala hoy pudiera decir lo mismo. Y ojo que el problema no es que cambien de miembros o de sonido, sino el hecho de que no han sabido justificarlo con las canciones.

Si, en los cuatro trabajos anteriores podíamos hablar de Bloc Party. Hoy en cambio nos vemos obligados a hablar de un "Kele Okereke en banda". Russell Lissack parece que debió cederle protagonismo a los miembros nuevos, mientras que los salientes Gordon Moakes y Matt "señor de los tarros" Tong se van porque por lo visto no coincidían en nada con la visión de Okereke. El ex-baterista parece especialmente justificado en su decisión luego de unirse a Algiers recientemente para la gira de promoción de su grandioso debut homónimo. Dejó el barco justo a tiempo.


Pero estamos hablando de Bloc Party. Y en ese caso debemos tratar de buscar cosas que hagan escuchable un disco que con el sencillo “The Love Within” no estimula en lo absoluto. Si da indicios de funcionar es por la terquedad de uno para escucharla una y otra vez, por ver si puede acostumbrarse a ese ritmo tan desganado. “Only He Can Heal Me” y “So Real” son a pesar de todo interesantes. Una base bajo-batería tristemente convencionales para los estándares a los cuales nos acostumbraron, en plan medio discotequero, pero que resultan útiles a la causa. Una que en cualquier caso no vale mucho la pena seguir.

En “The Good News” hay más guitarras, pero Lissack parece reprimido en su ejecución. No sé si considerar la opción de una dictadura de Kele al interior de la banda, pero resulta desagradable notar como todos los elementos que hacían del grupo algo digno de ver y escuchar se van a la basura. Y no por afanes experimentales genuinos, sino porque no hay quien se atreva a ponerle freno a esas ideas tan superfluas del vocalista.

Por ejemplo, “Fortress” bien pudo estar en un solista suyo. Es solo él con sus ideas de sintetizador en una canción. No quiero sonar como critico gratuito, pero entre tantas maneras de medir el egocentrismo, la de Kele en términos musicales hace rato que paso a la de su tan despreciado Noel Gallagher. Convengamos, eso sí, que tuvo toda la intención de hacer un "himno" y no le salió tan mal. Pero, de nuevo, eso no es Bloc Party.  Junto con una “Different Drugs” que parece recordar un poco más a la banda que solíamos admirar, puede que sean las mejores canciones de Hymns. Esta última sobre todo porque finalmente Lissack saca la cabeza e impone su sello con la guitarra.


En “Into The Earth” a pesar de que no convencen mucho, debo darles el mérito de querer probar algo distinto en las guitarras. Es más orgánica y tiene más cara de ser un esfuerzo conjunto que cualquier otra cosa del disco. Pasamos a “My True Name” donde ese nuevo enfoque más melódico de las guitarras busca fundirse con los sintetizadores en un todo que le pueda dar lógica a este capítulo de Bloc Party. No termina de cerrarme esa jugada, pero a estas alturas parece que tendremos que afrontar lo inevitable. “Virtue” básicamente es el resultado de mezclar “The Love Within” con “Different Drugs”. Por si sola puede funcionar. En el flujo del disco, muestra síntomas de agotamiento.

El final muestra a Bloc Party con una desorientación inadmisible. Primero en “Exes” donde Okereke intenta mostrarse como una especie de cantautor, pero realmente no transmite gran cosa. No se le siente honestidad a la hora de asumir esa pose. Y nuevamente le juega en contra tener todo bajo su control con esa base rítmica tan corriente. ¿Por qué Okereke piensa que la banda necesita ser “controlada”? “Living Lux” es el fin del suplicio. Y es todo lo que pienso decir, porque ni siquiera vale la pena repetir por enésima vez que es una canción solista de Kele.

No hay ímpetu, no hay vértigo, no hay voltaje, y sobre todo no hay nada que justifique un disco tan lento como Hymns. A lo mejor existía la intención de reinventar a la banda, pero más en los términos de Okereke que en los de un colectivo. Por eso es un trabajo que al final deja tanta insatisfacción. Porque el factor de locura se perdió en favor de algo más convencional pero a la vez poco conquistador. Eso sí, la culpa no es de los nuevos miembros como tal, sino del protagonismo tan exagerado de su vocalista. Es importante dejarlo claro porque en vivo parece que no les va tan mal.

Probablemente en el futuro pueden hacer algo mejor con algunas de las cosas que probaron en Hymns, pero en definitiva esperamos ver en el futuro a una banda y no a un tipo que toma para sí mismo el nombre de uno de los grupos más poderosos que hayamos conocido en el milenio para volverlo un patio de juegos donde solo puede estar él y nadie más.

“Different Drugs” es mi recomendada. Definitivamente cuando Lissack se involucra en serio, siempre puede sacar buenos resultados hasta de la canción más mediocre.

Aquí va "Virtue".


Calificación: 2/5

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