Si hay que ser honestos o consecuentes con la historia de esta banda, en Age alcanzaron un nuevo nivel creativo.
Ni siquiera recuerdo como los conocí, pero debió ser hace unos días. Todo lo que se es que me crucé por accidente con el vídeo de "Gay got scene" y ya todo se resumía a si tanto poder, tanta oscuridad y tanta bizarría como la de la canción y el vídeo podían tener continuidad en este trabajo, el sexto de este delirante proyecto de Joel Gibb (que el mismo define como "gay church folk"), donde parece que el cabaret, una forma insólita de abordar la homosexualidad, el indie, y las secciones de cuerdas siempre tienen un lugar de privilegio. Con solo mirar la portada del disco que nos ocupa hoy, presientes lo que va a pasar después.
Ni siquiera recuerdo como los conocí, pero debió ser hace unos días. Todo lo que se es que me crucé por accidente con el vídeo de "Gay got scene" y ya todo se resumía a si tanto poder, tanta oscuridad y tanta bizarría como la de la canción y el vídeo podían tener continuidad en este trabajo, el sexto de este delirante proyecto de Joel Gibb (que el mismo define como "gay church folk"), donde parece que el cabaret, una forma insólita de abordar la homosexualidad, el indie, y las secciones de cuerdas siempre tienen un lugar de privilegio. Con solo mirar la portada del disco que nos ocupa hoy, presientes lo que va a pasar después.
Hagamos algo de contexto. Nacieron en 2001, lanzando su debut ese mismo año, Ecce Homo. Haciendo la Nine Inch Nails, Gibb se encargo de todos los aspectos de la grabación, para posteriormente reclutar nuevos músicos para sus presentaciones en directo. Luego de llamar la atención de Rough Trade y convertirse en la primera banda canadiense en firmar para la aclamada discográfica inglesa, Gibb decide regrabar la mayor parte de las canciones de Ecce Homo y lanzar The Smell Of Our Own en 2003. Allmusic y Pitchfork le dieron el aprobado a un trabajo que contó con la colaboración de personajes como Owen Pallett o Mike Olsen, que a su vez se encargaron de la composición de los arreglos de cuerda de Arcade Fire en los álbumes Funeral y Neon Bible.
Aunque Gibb ejecuta una variedad de instrumentos similares a los de la banda de Win Butler y Régine Chassagne, no significa en lo absoluto que las comparaciones vayan dirigidas hacia el estilo de esa banda. Si se tiene que comparar a The Hidden Cameras con algún contemporáneo, se puede mencionar a The Shins y hasta a Belle and Sebastian como buenos ejemplos. Yendo mas atrás, Echo and the Bunnymen no parece una influencia tan descabellada en la forma de asumir la música por parte de Gibb.
Sin embargo, la verdadera atención de un publico mas amplio a The Hidden Cameras llegó en Origin:Orphan, lanzado en 2009. Fue su primer lanzamiento en Arts & Crafts, su actual discográfica. Gracias al sencillo "In the NA", el sonido de la banda comienza a dar signos de consolidación, pero habría que esperar 5 años para que este nuevo álbum viera la luz. Y si hay que ser honestos o consecuentes con la historia de esta banda, en Age alcanzaron un nuevo nivel creativo que justifica notablemente esa espera.
O al menos esa es la sensación que da "Skin & Leather", el primer tema del álbum. Tiene esa épica oscura que los pone como la versión maldita de Queen: ganchos melódicos puestos, esta vez, al servicio de la oscuridad. Se muestran determinantes los violines desde el inicio, la batería impone su ley con cada golpe, y la voz de Gibb pinta una imagen en mi cerebro de forma instantánea: una cabalgata desesperada en busca de un amor imposible. Por supuesto, la letra es mucho mas bizarra. Me atrevería a decir que raya por momentos en el gore. Las armonías vocales dan la sensación de estar en medio de un Carmina Burana, o algo por el estilo. Arrancan poniendo los pelos de punta.
Encontramos ahora a "Bread for Brat", donde el violín ahora juega a pegarse con su ritmo en la cabeza del oyente. Tiene algo en su ejecución que recuerda al tango, llevando ese concepto del pop de cámara tan frecuente en el indie canadiense a un terreno que solo The Hidden Cameras podría llevarlo. Le sigue "Doom", lo más cercano a un post punk en el disco. Recuerda las canciones de She Wants Revenge, al aplicar la idea principal de "Skin & Leather", pero ahora bajo ese formato. Los sintetizadores y la guitarra aunque discretos, mantienen la presencia necesaria para no dejarse opacar por la voz de Gibb.
Y así llega el turno del sencillo bandera del disco, "Gay goth scene". Por anticipado se puede decir que es una de las mejores canciones del año, y la columna vertebral de Age. Me recuerda un poco a las canciones del Port Of Morrow de The Shins, pero sin duda la perversión en esta canción se lleva por delante cualquier comparación que se le ponga en frente. Los violines que arrancan imponiendo esa aura de desolación, con el paso de los minutos se ponen a un nivel de vértigo. Es una rapsodia en modo gótico-sinfónico.
Hasta ese punto se puede decir que la idea se mantiene: cuatro canciones donde los violines o una adaptación de las guitarras a los mismos marcan la parada. Pero a partir de "Afterparty" hay un cambio importante en la dinámica de Age, pues ahora encontramos un reggae gótico atormentado, donde el minimalismo de la guitarra le permite a la voz de Gibb despacharse unos momentos escalofriantes. Es el equivalente a "Ghost town" de The Specials para el siglo XXI.
Esa idea de cambio de dinámica se mantiene en "Carpe Jugular". Un rescate magnifico a los Depeche Mode de Some Great Reward y Black Celebration (incluso Joel usa un tono vocal que fácilmente recuerda a Dave Gahan). La presencia de Gibb, seductora y maldita a la vez; y unos teclados que no se pueden definir de forma distinta a "memorables", conforman una de las mejores canciones del álbum. O al menos mi favorita de todas ellas, por el carácter discotequero y siniestro que maneja. Un aspecto bastante ochentero, todo hay que decirlo. En "Ordinary Over You" mantienen la idea sintética, pero se mete en lo sinfónico con un resultado que se puede considerar como el momento mas flojo de Age, a pesar de que no es una mala canción. Todo lo contrario, solo que se percibe cierta perdida de rumbo.
"Yeaf of the spawn" cierra el disco en lo que podemos llamar un tema pseudo acústico, donde los arreglos juegan a ser organizados en medio del caos. Una guitarra sencilla resulta suficiente para que Gibb se imponga en el panorama. Lo mas increíble es que con el paso de los minutos la batería, el violín y un piano la convierten en la canción pop de Age. La intensidad sube progresivamente hasta el final donde son los violines quienes acaban como empezaron el álbum: marcando la pauta.
Recuerdo que en la primera escucha quedé sin palabras. Me costaba mucho dar una idea de que había escuchado y de como se podía entender un trabajo así en un 2014 donde la psicodelia está marcada a hacer historia nuevamente. Varias escuchas mas tarde uno ve mas claro por donde va el asunto: tiene la misma intención de siempre de hacer sentir incomodidad y del constante desafío de tabúes de lo que el indie o la música en general pueden o no hacer (en estudio y en vivo), pero a eso le suma algo de ambición. Una seguridad y una necesidad de hacer que mas gente en el mundo los escuche.
Se percibe mucho del espíritu del Ocean Rain de Echo & the Bunnymen en la parte sinfónica, de Queen en la estructura de las canciones, y en el aspecto de las letras se puede destacar a Cabaret Voltaire y a Nick Cave and The Bad Seeds como referentes importantes para entender Age. Y mas que eso, pinta para estar entre los trabajos mas importantes del indie a final de año.
Tal vez la critica mas dura que se le puede hacer al disco, es el hecho de que son muy pocas canciones. Seguramente una o dos mas habrían podido dar un mejor acabado a la idea que buscaba transmitir Gibb. Pero supongo que el hecho de ser solo ocho canciones, hace mas difícil hablar de "canciones de relleno", cosa que no se deja de agradecer.
Recomendada "Afterparty" por encima de todas. Definitivamente y con lo que ha mostrado The Hidden Cameras en su carrera, uno no espera que hagan ese tipo de canciones. Es un nuevo nivel de locura y genialidad combinadas para Joel Gibb.
Aquí va "Skin & Leather".
Calificación: 4/5
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