viernes, 5 de agosto de 2016

Retrospectiva: Soundtracks For The Blind, el ultimo canto del cisne


En su momento fue el final de una carrera intachable.

Swans es una de esas bandas que hace de arrojarse a tumba abierta hacia lo desconocido un arte. Concretamente, un teatro de lo absurdo. Transitaron con cada disco por terrenos de la no wave, el post rock, el neo folk, el darkwave, la world music, pero siempre desde una idea trastornada, pervertida y totalmente desligada de la tradición popular del siglo XX. Ni siquiera resultaba posible ponerlos en la linea del alternativo que se gestó durante los ochenta y noventa con eso del indie y el college rock. Nunca tuvieron eso en mente, y es por eso que durante su trayectoria no pasaron de ser una banda de culto.

Cuando el vocalista, multi-instrumentista y líder Michael Gira decidió pasar a otros proyectos y terminar con su banda en lo más alto decidió hacerlo dejando abierto el camino para más locuras en el futuro. Ese camino lo marcó Soundtracks For The Blind, el ultimo álbum de Swans antes de su disolución en 1997.

Contexto


Corre el año 1996 y Gira siente que Swans se le quedaba corto en sus ambiciones creativas. Por entonces la banda está en una fase donde el post rock y el dark ambient son sus señas más reconocidas, mostrando más interés en las atmósferas que por tener canciones en el sentido estricto de la palabra. Decidido a disolver la banda pero por todo lo alto, Gira toma inspiración del Brian Eno más vanguardista utilizando influencias "no musicales" para darle forma a los temas que van a conformar ese trabajo de despedida. 

El disco


Valiéndose de los aportes de su compañera de banda y vocalista, Jarboe, el álbum fue sin embargo algo más que una mera despedida: era la posibilidad de juntar sonidos de 1981, 1985 y 1996 en una sola canción, dando como resultado un particular experimento donde la "no música" hizo de metrónomo en todo el disco.


Con “Red Velvet Corridor” inicia el final del periodo clásico de Swans. Sonidos como de drones, ecos tribales y algún teclado invocando una mística totalmente alejada de cualquiera que hiciera música en 1996. Entre ese minimalismo se abre paso a “I Was A Prisoner in Your Skull”, pura y física paranoia post-apocalíptica de 6 minutos. En la primera parte los ecos se hacen más fuertes, por momentos la batería asume un rol fundamental, como si rodeara la canción con sus golpes. Inclusive hace uso de un vocoder aterrador. Pero en la segunda parte escuchamos una grabación que al parecer hizo el padre de Jarboe, quien era un ex agente del FBI y tenía como responsabilidad intervenir teléfonos por aquello de la “seguridad nacional”, si bien queda claro escuchando la voz que sabía que la estaban grabando. La teclista encontró esa grabación en el escritorio de su padre y a Gira le pareció buena idea incorporar eso como una especie de lírica en la canción. Mientras la voz habla de “las señales para estar jodido”, una especie de teclado (puede ser el vibráfono de Larry Mullins) toca unas cuantas notas con ese enigmático minimalismo que acostumbra Swans en ese entonces.

Ya está el listón bien alto con “I Was Prissoner In Your Skull”, y Gira decide subirlo más con “Helpless Child”. Por 16 minutos el folk, el vibratorio, el minimalismo y la voz cronista de Gira nos llevan por los caminos más variados posibles para mostrar una relación madre-hijo que puede ser tan edípica como maldita. Es como si la mitología griega que relata las pasiones, los deseos y las debilidades tuviese su versión en películas de serie-B. Como si en vez de Homero el referente universal de los mitos y las leyendas fuese el Marqués de Sade. El folk va cediendo paso frente al empuje de los ruidos electrónicos y las guitarras que conforman esos ambientes raros e imposibles, tan propios de Swans. La parte final incluso suena perfecta para musicalizar un barco en medio de la tormenta.

Todo parece ir en reversa con “Live Through Me”, dominado un loop que permanece inalterable mientras la guitarra acústica y el piano se dan sus momentos para hacer más “musical” ese ejercicio. Como si el álbum volviera  a empezar, suena “Yum-Yab Killers” evocando los años salvajes de Swans y de paso sacando a flote el lado más post punk de la banda a su manera mientras Jarboe vocifera cosas propias del surrealismo con una violencia digna de la colaboradora más estrecha que haya tenido Michael Gira en su vida.


De la sangre y el canibalismo pasamos a la ironía en “The Beautiful Days”, pues para una canción con ese título evoca las peores experiencias posibles con esos teclados turbios. Mucho más con esa voz de psicópata que cierra la canción. Acto seguido encontramos más ironía en “Volcano”, que fácilmente podría calificarse como lo más accesible que haya realizado Swans en su carrera. Como si deliberadamente Gira decidiera hacer pedazos una canción house de los noventa, rearmarla y juntarla con pedazos de su vanguardia rara como si fuera pegante para mantenerla unida pero frágil, básicamente se burla de lo fácil que puede ser grabar un tema “agradable” y del status quo alrededor de la fama en la música pop. La ironía se ve reforzada con la voz de Jarboe, que canta con el timbre apropiado para ese desliz aparente de “venderse”.


Entre ruidos y alguna guitarra acústica en “Mellothumb” pasamos a “All Lined Up”. Gira con vocoder en mano evoca escenas de sangre, fuego, contaminación y muerte mientras la instrumentación alterna entre una calma inquietante y el ruido casi que militar de las guitarras que proceden a destruirlo todo. Todo ese pasaje parece retorcerse moribundo en “Surrogate”, mientras en “How They Suffer” parece al principio como si escucháramos al victimario disfrutar de la paranoia y el dolor que ha producido. Luego cuando entra la voz el asunto se centra en un personaje hablando sobre el glaucoma que tiene en su ojo que lo tiene “legalmente ciego”, para encontrar después un teclado casi como de iglesia para reforzar ese dramatismo y, para rematar escuchamos la voz de una mujer narrando también sus problemas de salud, como para aterrizar esa dinámica de dolor y fatalidad a un plano más real, más cotidiano pero no menos difícil de afrontar.

“Animus” pasa del tono reflexivo que acompaña a Gira mientras canta de una manera que puede tener tanto de Tom Waits como de Frank Sinatra a una serie de ruidos fuera de control, cada uno más caótico que el anterior, que concluyen el disco 1.


El disco 2 arranca con “Red Velvet Wound”. De una pieza particularmente melódica y conmovedora va mutando progresivamente en una serie de ruidos caóticos que sugieren algo así como la muerte de la belleza. Luego hará acto de presencia “The Sound” con trece minutos donde en principio sacará un lado inusualmente psicodélico, al mejor estilo de Pink Floyd en “Echoes”. En cuanto la voz de Gira dice presente, la dinámica va elevándose mientras Gira canta en su tono más grave y con la seguriadad de estar en lo cierto “You despise, I love”. La batería golpea con más fuerza, los teclados y las guitarras se hacen sentir con la usual mezcla de vanguardia y suciedad yendo al límite de lo absurdo. Al final Gira se rinde ante la evidencia diciendo “I was wrong, I am wrong…” mientras el ruido se va desintegrando poco a poco, junto a las certezas de su cantante.


Una especie de ruido blanco aterrador titulado “Her Mouth Is Filled With Honey” incluye una voz que aparentemente corresponde a un interrogatorio que hizo el padre de Jarboe mientras trabajaba en el FBI. Le sigue “Blood Section”, un instrumental que va entre el estilo jazz de la batería y un muro impenetrable de guitarras y teclados bien del post rock, rechazando cualquier intromisión del oyente cada vez que intenta descubrir sus secretos. Aparece el folk absurdo de “Hypogirl” y con él la voz de Jarboe que parece darle vida a un dialogo muy extraño entre una madre embarazada y su hijo, donde el amor fraterno puede confundirse fácilmente con emociones menos puras.

“Minus Something” da en su monólogo notablemente alterado un mensaje particularmente optimista para escuchar en tiempos difíciles, siendo protagonizado por un eco constante de teclados que reafirma el aura psicótica y trastornada de la situación. Esto porque el personaje habla de cómo la vida ha perdido “su color” e incita a recuperarlo aun admitiendo que es una tarea difícil al admitir su propia fragilidad emocional. “Empathy” por su parte tiene un tinte marcadamente post punk, concretamente al estilo del mejor Nick Cave gracias a un ritmo contundente y a la vez entrecortado que deja espacios para que Gira saque su registro más grave. Por momentos las guitarras se hacen notar y dan paso a una mayor intensidad.

Pasamos al instrumental “I Love You This Much” donde escuchamos unos ecos aterradores donde el jazz y el post rock parecen hacerse gigantes. Sigue "YRP" donde Jarboe toma el micrófono en un numero dark ambient que hace parecer a Dead Can Dance cosa de adolescentes mientras alude con versos primitivos a la corrupción, la perdida de la inocencia y el lado más oscuro del capitalismo. Siguen dos instrumentales: uno, el breve "Fan's Lament" que parece cavar en la tristeza de sus fans de toda la vida por el inminente final, Otro, "Secret Friends", toma una guitarra acústica mientras que transmite una mezcla de nostalgia con fatalismo.


"The Final Sacrifice" va anunciando el fin del camino  una instrumentación que remite a las culturas de la antigüedad que hacían sacrificios humanos para complacer a los dioses. Todo con una base muy sencilla de ruido profundo y grave que adquiere su punto máximo de tensión cuando aparece la guitarra de Norman Westberg para darle ese tono de sinfonía sucia a la canción. Para el gran final, "YRP2" y "Surrogate Drone" parecen irse desintegrando en nuestros oídos entre el caos producido entre los gritos lastimeros de Gira y los instrumentos que parecen dar su ultimo suspiro antes de silenciarse para siempre. Era el fin de Swans.

Recepción


En parte por la naturaleza de la grabación inspirada en los experimentos de Brian Eno en los setenta y por su exagerada duración (más de dos horas), a Soundtracks For The Blind se le consideró en su momento la opera magna de Swans. Por supuesto es algo propenso al debate, pero no son pocos entre el publico y la critica que lo consideran el punto creativo máximo del grupo. En parte por tener un poco de todo entre todos los géneros en los cuales había incursionado el grupo hasta entonces, en parte por llevar eso de la "experiencia sonora" un paso más allá con las dos horas de corrido que se debían dedicar a su escucha, y en parte por las contribuciones tan locas de todos los involucrados. Estaba completamente justificado salir de gira una vez más, para cerrar su trayectoria como era debido.


Legado


En su momento Soundtracks For The Blind fue el final de una carrera intachable donde habían llevado la no wave a fronteras totalmente nuevas, convirtiéndose incluso en pioneros de géneros como el post rock, el neo folk o la música post-industrial. Ese álbum en concreto sonaba como la linea borrosa que queda entre mezclar Throbbing Gristle, The Velvet Underground y Contortions. Puro ruido blanco que cambiaba de intensidad de acuerdo a la canción, desafiando la resistencia física y mental del oyente. Lo mismo que siempre ha hecho Michael Gira en cada aspecto de su vida.

El legado más perceptible puede encontrarse escuchando The Body Lovers/The Body Haters, uno de los proyectos post-Swans de Gira, donde lleva al límite (si es que existen los límites para alguien como él) su fascinación por construir y destruir estructuras al mismo tiempo, profundizando como nunca en el dark ambient y experimentando con loops.

Luego de que Gira decidiera reformar Swans en el 2010 nos damos cuenta que esos temas larguísimos que comenzaron a gestarse con Soundtracks For The Blind encontraron su linea de sucesión en todos los álbumes que ha lanzado la banda desde su regreso. Tenemos a "The Seer" en el álbum del mismo nombre de 2012, "Bring The Sun/Toussaint L'Overture" en To Be A Kind de 2014, y en The Glowing Man, su más reciente trabajo de estudio, encontramos la canción que da nombre al disco, con una duración de cerca de 29 minutos.

Sin casi ruido mediático a su alrededor se convirtieron a pulso en uno de los nombres más venerados del underground a nivel mundial durante los años ochenta y noventa. Hoy pueden mofarse de aquellos que escribimos rindiendo tributo a su excelencia suicida, rescatando su pasado como si intentáramos encontrar alguna respuesta, pues Gira sigue mirando al frente y hacia delante, observando minuciosamente quien será la próxima victima de sus arrebatos de locura.

3 comentarios:

  1. Ay dios, que acabo de leer.

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  2. Esta vez realmente te superaste amigo. Sin contar los nombres mal escritos, la cantidad absurda de equívocos en cada párrafo, las etiquetas musicales mal utilizadas (si ese es el caso, mejor no usarlas), la discordancia entre sus afirmaciones y las lineas temporales que usa para sustentarlas, ponerse a escribir las razones por las cuales esta reseña es una basura resultaría casi tan extenuante como leerla. Y bueno, tanto daño no puede hacerse uno en un solo día. Dejar así.

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    1. Dicen que es mejor tener a los ¿enemigos? cerca. Ahora veo por qué.

      Gracias por leer esta basura. De verdad.

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