domingo, 29 de marzo de 2015

Reseña: The Prodigy - The Day Is My Enemy


Es un trabajo por encima de todo, autoreferencial.

Hubo un antes y un después con The Prodigy. Antes de ellos, las raves eran una experiencia que cambiaba la vida ya fuese por las drogas o por el nacimiento del house. Con ellos, se convirtieron en una terapia primal que despertaba ese demonio interno que tenemos todos al ritmo de beats rotos y ritmos cargados de furia y poder.

Liam Howlett, Keith Flint y Maxim Reality fueron responsables de darle al big beat la dosis de riesgo que necesitaba para darle un nuevo impulso a la electrónica de los noventa con su aclamado álbum The Fat Of The Land. Desafiante, crudo, pegadizo y con una linea genérica bastante borrosa entre rock y electrónica. Desde ese momento han lanzado discos de manera esporádica, en parte para priorizar sus shows en vivo, y en parte para dosificar su creatividad.

The Day Is My Enemy es el sexto trabajo de la banda de Essex, y fue descrito en la previa como un álbum mas agresivo que su antecesor de 2009, Invaders Must Die. Incluso Liam Howlett lo definió como un trabajo "no muy amigable para la radio" y como un trabajo que no se orientaba exclusivamente a las guitarras o los sintetizadores, sino que cruzaba ambos.

A pesar de algunas dudas que quedaron entre los seguidores de la banda cuando lanzaron el primer adelanto, "Nasty", al final The Prodigy lo vuelve a hacer. 


Es un trabajo por encima de todo, autoreferencial. ¿Y quien puede culparlos? Es un estilo que todavía tiene potencial por si solo. "The Day Is My Enemy" marca la pauta de todo el disco: uno bien nocturno, más homogéneo en los ritmos que el anterior, y tan agresivo como de costumbre. "Nasty", "Rise Of The Eagles" y "Rebel Radio" siguen la típica pauta rítmica de The Prodigy ya sea que prioricen las guitarras o los sintetizadores, tal vez reflejando la experiencia acumulada por Liam Howlett en todos estos años.

Dentro de las canciones que van más alla del estilo propio y nos hacen rememorar momentos concretos de The Prodigy, "Get Your Fight On" y "Medicine" recuerdan el estilo de los tiempos de Music For Gilted Generation. "Wild Frontier" tira más al estilo de The Fat Of The Land, emulando concretamente a su clásica "Firestarter".

Aun así imprimen algo de experimentación. Por ejemplo, el paréntesis del disco en "Beyond The Deathray" tiene cierto toque de psicodelia, los coqueteos con el jungle en "Roadblox", o la tónica más atmosférica y lenta de "Invisible Sun". Asimismo, "Rok-Weiler" y "Wall Of Death" suenan a sendos híbridos entre dubstep y trance.

Las colaboraciones dieron buen resultado. "Ibiza" con Sleaford Mods refuerza el lado hip hop y guitarrero de la banda. De hecho me sentí un poco reivindicado al saber que era una critica a la cultura del DJ de la actualidad, mismos que en palabras de Howlett "conectan una USB y agitan sus manos en el aire a una mezcla pre-programada". Es bueno saber que todavía tienen la lengua bien afilada, aun cuando sea para cosas tan elementales como esas.

Por otro lado, el aporte de Flux Pavilion en "Rhythm Bomb" resulta determinante para equilibrar un poco el estilo original de la agrupación con algo del estilo drum and bass que maneja el productor. Era una de las colaboraciones que mas expectativa generaba y no me ha decepcionado.

Nunca he encontrado que The Prodigy tuviera un bajón importante en su trayectoria como para decir que es "su mejor álbum desde", o un "regreso a sus raíces", pues nunca las han traicionado de forma especialmente radical. Más bien es otra brillante incorporación a un catálogo impecable y contestatario. Seguramente dos o tres canciones se mantendrán fijas en sus próximas giras.

"Destroy" es la recomendada. Suena a una versión 2015 de sí mismos, con algún gancho EDM más o menos disimulado.

Aquí va "Wild Frontier".



Calificación: 4/5

No hay comentarios.:

Publicar un comentario