Recuerdo que Noel Gallagher en una ocasión se refería a los cambios en la cultura popular (muy concretamente en la música) de una manera muy acertada. Decía que nadie quería un Revolver o un Sgt Peppers de The Beatles, pero igual lo hicieron y cambiaron la historia. Nadie quería unos Sex Pistols, pero llegaron y cambiaron el mundo. Nadie quería la música house, pero llegó y cambió al mundo.
Podemos seguir el ejemplo con muchas cosas más. Por ejemplo, en el boxeo nadie quería a un tipo como Muhammad Ali, un bocón con más velocidad y juego de piernas que cualquier peso pesado de la historia que se salía de los estándares marcados en el pasado por Joe Louis, Rocky Marciano, Floyd Patterson, Sonny Liston y muchos otros, con la capacidad de trascender el mundo del boxeo hasta lugares completamente insospechados entonces.
Pero llegó y cambio el mundo. Ambos mundos.
Se me ocurrió rescatar una pelea en concreto. Era 1975 y venia de reconquistar el título de los pesos pesados frente a George Foreman. Un desconocido Chuck Wepner con una carrera más bien mediocre era el retador. Durante ocho asaltos Ali era el dominador absoluto del combate, aunque el retador soltaba uno que otro golpe aislado. Wepner sangraba, le decían el “sangrador de Bayonne” por tener cejas frágiles y haber nacido en ese pueblo del estado de Nueva Jersey.
En el noveno sin embargo ocurrió lo imposible. Ese desconocido que tenía las apuestas en contra conectó un golpe preciso e inesperado en la humanidad de Ali. Desde que Joe Frazier lo hiciera en el primer combate entre ellos, el campeón no había sido derribado en 5 años. Rapidamente se puso de pie y golpeó con más fuerza al retador. Wepner resistía sangrando y con los 40 a la vuelta de la esquina todas las combinaciones del campeón, a la vez que aprovechaba para soltar alguna en momentos puntuales.
En el decimoquinto asalto Wepner no pudo más, y una combinación de Ali lo puso de rodillas faltando nueve segundos para que terminara el combate. Ali ganó por nocaut técnico, pero tuvo que sacar su mejor versión para doblegar a ese veterano desconocido.
¿Por qué hablar de eso en THIS IS MUSIC? Bueno, resulta que un tal Sylvester Stallone (antes de ser “Sly”) observaba atentamente los acontecimientos relatados anteriormente. El corazón indomable de Wepner y la superioridad del mito sustentada en talento de Ali le dieron la idea para los perfiles de Rocky Balboa y Apollo Creed en una saga de películas que entre Dragos, Mr Ts, Tommy Guns, Dixons, secuencias de entrenamiento, escaleras y una banda sonora siempre a la altura, representaron la parte más romántica de un deporte que hoy es demasiado políticamente correcto.
En fin, todo eso para poner LA canción de esa saga. Y claro, para rendir nuestros últimos respetos a uno de los personajes más influyentes del siglo XX. Porque cuando vemos al Artista Antes Conocido Como Cassius Clay pensamos que en la vida hay que ser como Ali. Y como Wepner. Y como Rocky.
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