Cada vez que subía y bajaba el ritmo, el Escenario Caracol sencillamente enloquecía.
Este primer capitulo claramente no va acorde con el orden cronológico del Estereo Picnic. Pero decidí escribirlo de primero por razones creativas y razones estrictamente periodísticas. ¿Que quiere decir eso? Bueno, en el primer caso ocurre que entre más intentaba seguir ese orden cronológico, más complicado me resultaba abordar las emociones que me provocó esta banda durante su hora de presentación.
Con respecto al segundo caso, siempre me ha dado la impresión de que a Kasabian nunca le han dado el reconocimiento que se merece en Colombia. No se que tanto se repita la tendencia en el resto de Latinoamerica (no mucho hasta donde yo sé), pero si uno compara niveles de popularidad y rotación con contemporáneos suyos como Arctic Monkeys, Franz Ferdinand, Muse y otros, los de Leicester siempre quedan un peldaño más abajo en aceptación.
Lo que van a leer a continuación es la apología mas desmesurada a Kasabian que se haya escrito.
El concierto de Kasabian no arrancó a las 10:45 del viernes. No para mi, al menos. Arrancó hace unos cuatro años cuando escuché "Days Are Forgotten" en un momento donde realmente necesitaba escuchar una letra como esa. A eso se le sumó que me encantó la batería que tocando el mismo ritmo podía pasar de la furia hip hop de las estrofas al himno festivalero en que se convierte cuando llega al coro.
Pero no los conocí con esa canción. En realidad cuando tenia once años tuve mi primer contacto con ellos, cuando jugando el FIFA 04 en mi Play Station sonó una canción bastante refrescante que empezaba con un "I'm on it, get on it. The troops are on fire! You know i need it, much closer. I'm trading just a little more". Esa canción era "LSF (Lost Souls Forever)" y aunque no lo supiera en ese momento, comenzaba un fanatismo.
Y digo que no lo sabia porque por esos días andaba mas pendiente del fútbol que de la música. Nunca me interesó saber como se llamaba la canción o quien la escribió. El tema quedó quieto hasta cinco años después cuando un amigo (si, ese que me introdujo de cabeza en la música) me presentó una banda que había hecho de telonera de Oasis, con una linea de bajo que hizo click en mi cabeza casi que de inmediato. Era "Club Foot" y parecían interesantes.
Como por esos días ya me interesaba mas el asunto de la música, comencé a buscar poco a poco cosas de ellos (me volví a encontrar con LSF) y veía que tenían muy buenos sencillos. Por esos días andaban en la etapa de West Ryder Pauper Lunatic Assylum, y mientras iba conociendo las canciones del disco me di cuenta de que eran mucho más que una banda con buenos sencillos. Ahí había algo bastante especial que no estaba siendo suficientemente valorado ni por el indie ni por el rock.
Unos años después lo que era admiración se volvió fanatismo cuando lanzaron los primeros sencillos previo a Velociraptor!. Primero "Switchblade Smiles" que prometía mucho, y luego "Days Are Forgotten" que como decía mas arriba, es el punto donde realmente inicia esta historia. ¿Por qué? Simple: Desde ese día soñé con verlos en vivo algún día en Colombia.
Por esos mismos días ya tenia la mayoría de edad, así que ir a conciertos no seria un problema. Pero comencé a darme cuenta de lo difícil que iba a ser verlos aquí en los meses siguientes. Mucha gente de ese mundo indie a la que le preguntaba por ellos en conciertos decían que no les gustaba, o no los conocían, o realmente preferían escuchar otras cosas. Todo muy respetable, pero era una muestra de lo subestimados que estaban no solo en el publico, sino en las emisoras que rotaban un numero de canciones más limitado. Incluso en los intermedios de los conciertos cuando ponían música, nunca ponían algo de Kasabian.
Desde el primer Estereo Picnic al que fui, lo único que hacia era pedirlos para la edición siguiente. El 2012 parecía ser la oportunidad ideal, pues presentaban Velociraptor! y sonaban mejor que nunca. Pero no pudo ser, aun cuando en el fan page del evento coquetearon con esa posibilidad. Cuando hicieron el Festival Planeta Terra en octubre, no los incluyeron en el cartel (a pesar de que en la edición de Perú si los incluyeron). Si bien esa gira latinoamericana se canceló por enfermedad del guitarrista Sergio Pizzorno, fue la prueba reina de que había que pelear mucho más para verlos en Colombia.
Por esos días y motivado por lo de Planeta Terra, me vinculé al equipo de Kasabian Colombia. Al principio no me sentía seguro de hacerlo porque podía comprometer mi visión periodística acerca de ellos y otras bandas, pero también pensaba: "si todos en las emisoras tiene sus protegidos, ¿por qué no puedo tenerlos yo?". Dicho eso, no estoy seguro de si vaya a continuar haciendo parte de la pagina en el futuro.
2013 y 2014 nuevamente me dejaron con las ganas de verlos en vivo, pero el año pasado ya llegaban con 48:13, un trabajo mucho más despojado y crudo que su antecesor que volvía parcialmente a las raíces mas electrónicas del primer álbum. "Eez-Eh" tuvo una rotación aceptable y si bien la misma no era la más ideal, seguía siendo un apoyo más solido que el de años anteriores.
Comenzaron los rumores de que se presentaban aquí (y en toda Latinoamerica) desde agosto. Aunque me emocionaba la idea, no estaba seguro de que fuera a ocurrir. Ni siquiera cuando compré el combo de Estereo Picnic me creí plenamente esa posibilidad. Vi algunas señales positivas cuando escuché "Eez-Eh" en el concierto de Franz Ferdinand el año pasado, y "Vlad The Impaler" en una carpa el día del concierto de Arctic Monkeys. Dichas señales se confirmaron pocos días después cuando anunciaron el cartel y Kasabian estaba incluido. Me caí de la silla y casi me golpeo en la nuca con mi mesita de noche. Ahí en el piso pensé "si no me morí con eso, ya no me muero sin verlos".
Los meses posteriores mantenían la tendencia de que se hablaba mucho de Jack White, Kings Of Leon, Calvin Harris, Alt-J e inclusive Andres Calamaro, pero muy poco de Kasabian. Siempre insistí en que ese iba a ser el nombre que iba a poner patas arriba todo porque era algo completamente visionario y energetico. No era muy optimista con la cantidad de gente que fuera a verlos.
Todavía el viernes no sabia que esperar. Pasaban las bandas ese día una tras otra y solo veía señales de quien iba a marcar la parada por encima del resto. En Superlitio la pantalla se ponía fucsia por momentos, como en las presentaciones de Kasabian el año pasado que incluían el contador hacia atrás. Lo mismo en Puerto Candelaria y Rudimental. No habría pantalla fucsia esa noche, pero era claro lo que iba a pasar: bueno o malo, ese show no lo iba a olvidar nadie.
Con el Escenario Caracol a reventar (se habla de 2.000 personas) comenzaba a sonar música de The Kooks, The Vines, Queens of the Stone Age y The Strokes. La ansiedad subía, los globos fucsia y negro que compré para rotar esa noche entre la audiencia (idea que se me ocurrió luego del concierto de Foo Fighters) hacían todavía mas intenso todo. Prueba de eso es que mientras estaba con mis amigos en primera fila esperando que arrancara todo, una chica nos dice desde atrás:
- Chicos, se que están muy ansiosos, pero por favor contrólense un poquito.
No respondí nada. Pero sonreí. Siempre que me piden control en un concierto, es cuando más lo pierdo.
Suena "Are You Gonna Be My Girl" de Jet en los parlantes y un amigo al que conocí ese día me dice:
- Empiezan luego de esta.
Solo por muy poco se equivocó. A la mitad de la canción, la detuvieron de forma abrupta y el ultimo beat sonaba como un eco. Luego todo quedo oscuro. Poco a poco se van deslizando las sombras por la tarima. Tom Meighan aparece y saluda a la audiencia, al igual que Sergio Pizzorno, totalmente de negro. Las miradas de ambos tenían una combinación de nervios y confianza. No sabían que esperar en su primera presentación por Suramerica así que solo podían hacer una cosa: tocar como si no hubiera mañana. Ian Matthews y Chris Edwards andaban más silenciosos, pero iban a ser el motor de todo lo que ocurriera durante una hora.
Mientras la gritería se diluye un poco (no pasaría lo mismo con las morboseadas a Sergio y a Tom), Matthews marca el un, dos, tres, cuatro con el platillo y estalla el bajo de "Bumblebeee". Ese instante fue como si me hubieran inyectado adrenalina por los oídos y al instante desbordara mi cuerpo. Cada vez que subía y bajaba el ritmo, el Escenario Caracol sencillamente enloquecía. No volví a saber de la chica que pedía que nos controláramos.
Intro de "Black Skinhead" de Kanye West y sin mediar palabra, "Shoot The Runner". Mientras saltaba y gritaba como poseído esa linea de "I'm a king and she's my queen, bitch", la banda ya comenzaba a sonreír un poco, a la par que la confianza y el aire de superioridad que se daban ponían a todos a su merced. Ya se habían fijado en la bandera de Colombia con el logo de Kasabian, y en el cartel que estaba al lado.
Pero nada de treguas. Siguen con una siempre potente "Underdog" que en el puente se mostró más intensa que nunca. Luego, un momento de gloria personal: "Days Are Forgotten".
El chico que recién había conocido ese día, muy amablemente me tomó de la chaqueta impulsándome todavía más hacia arriba cuando saltaba. De por si salto bastante alto, así que básicamente estaba volando en las nubes mientras cantaba. Cuando llegó el momento del coro, una luz blanca me dio justo en la cara mientras gritaba "Now it's all over, simply forgotten, how to dissapear?". No pudo ser más bello o celestial ese momento.
Creo que la banda se dio cuenta que este show (y por ende, esta gira suramericana) no iban a ser unos conciertos más en su carrera. Antes de que Tom pidiera que corearamos "Eez-Eh", varios en la fila ya lo estábamos haciendo desde antes. No pudo evitar que se le escapara una sonrisa ante esa euforia desaforada. El amigo que conocí ese día incluso la pedía como "fácil, fácil, fácil...". Un genio.
Pero mas genio Pizzorno. Se quita la chaqueta y deja ver la camiseta con la tipografía de 48:13 que en esta ocasión dice "rumbear". La locura. Mucho más cuando suena "Eez-Eh", con una fuerza incomparable, discotequera pero sin perder las guitarras, contundente y fácil de disfrutar. Al igual que puede pasar con la banda, es una canción que se puede hacer muy adictiva.
Pero nada de treguas. Tienen una hora y deben soltar todas las bombas que puedan. Ahora el turno es para "Club Foot" que por lo que me dijeron incluso apareció en el noticiero con el delirio de 2.000 personas, saltando al ritmo del bajo mas poderoso que haya escuchado Estereo Picnic desde New Order y su "Blue Monday". Durante esos minutos no recuerdo nada de lo que hice.
Sin rodeos, siguen con "Treat", la médula de su ultimo álbum y un himno festivalero como pocos. La parte cruda cediendo paso al cierre sintético fue tan bello como esperaba. E incluso más cuando Pizzorno se baja de la tarima y comienza a cantar apenas a unos metros de donde me encontraba, hacia el lado donde estaba la bandera de Colombia con el logo de la banda. Casi que estaba cantando para mi cámara. En ese momento tratamos de darle la bandera, pero no la recibió.
El show continua y el intro de "Switchblade Smiles" dice presente. Mas agresiva que nunca, y con un "Can you feel it coming?" que durante los meses anteriores a ese viernes se había vuelto prácticamente un mantra, fue otro momento de locura absoluto. Y me resulta increible repasar este texto y ver que no hubo un solo acústico tipo "La Fee Verte" o "Take Aim" en el set. Kasabian iba esa noche directo a matar. A dejar claro que no son como el resto. Y sabiendo eso, nosotros solo dijimos una cosa luego de que presentaran a los miembros de la banda y que Tom y Sergio se abrazaran: que queríamos fuego.
Yo, que siempre he peleado por hacer que el fútbol y esta música se lleven bien en Colombia, que he visto como hemos llegado al punto en que Estereo Picnic debe prohibir el ingreso de gente con camisetas de fútbol por cuestiones de seguridad; no pude sentir esa canción mas redentora. Me sentí como maestro de ceremonia cuando grite previo al coro "¡Como en el estadio carajo!" y retumbo el "I want fire" en todo el lugar. De hecho quería mandar a plottear una foto con Sergio celebrando el golazo que hizo hace tres años en el partido de beneficencia, pero no pude por plata. Tal vez la próxima vez.
Pero nada de treguas. No hay tiempo para bises. Sueltan "Stevie" que entre las guitarras y ese ambiente sinfónico saca algunos lagrimas en varios de los que estaban conmigo cuando suena ese "live to fight another day, again, again". Era como un mensaje encriptado. Habíamos peleado por nuestra cuenta, con las uñas y contra todo pronostico para que vinieran finalmente a enloquecernos con su música. Y ahí estaban.
Meighan dice que van a volver algún día con el respectivo rugido de aprobación de los 2.000. Acto seguido se despachan una "Vlad The Impaler" que hizo temblar el piso con otro mantra: "get loose, get loose". De nuevo, por la intensidad del momento no recuerdo nada de lo que ocurrió. "LSF (Lost Souls Forever)" (luego del acostumbrado guiño a "Praise You" de Fatboy Slim) es la ultima canción y se corea con el fervor que merece, pero Tom todavía nos tenia una sorpresa. Decidimos lanzar la bandera de Colombia a la tarima. El vocalista la ve, la recoge, la extiende, se cubre con ella, y finalmente la tira hacia el publico. Una locura.
Abandonan el escenario y por los parlantes suena "Should I Stay Or Should I Go" de The Clash. Andaba en modo zombie, me abracé con mis compañeros de batalla, con algunos que quedaron más atrás, e incluso tuve que presenciar como mi compañero de Kasabian Colombia quería recuperar su bandera de las personas que la recibieron de Tom. Veía como el Escenario Caracol se vaciaba. Parecía mentira, pero toda esa gente estaba allí por ellos, y no por Major Lazer como me imaginaba en un principio.
No tenia reacción, solo satisfacción. Mientras nos movíamos al Escenario Tigo para ver a Kings Of Leon, una chica de Cali que me estaba acompañando decía llorando que si no le hubiera dado posada en mi casa no habría podido venir a verlos y rozar con sus dedos la humanidad de Sergio Pizzorno. No supe como asimilar su reacción.
Luego, y cuando ya los Followill llevaban unas cuatro canciones, mi cabeza comienza a emitir los recuerdos de como empezó todo. De como un simple videojuego inicio toda esa historia que llegaba a un punto muerto con las ultimas notas de LSF en el concierto. De como siempre defendí esa concepción tan propia de la música y de como me sentía tan identificado con ella. Y luego, viendo como 2.000 personas saltaban a su ritmo como si no hubiera mañana. Estaba pasando como por una legitimación o aceptación de que, finalmente, se habían ganado el reconocimiento de la gente. Y no gracias a mi, sino a ellos mismos.
Bajé la mirada al piso gritando "gracias carajo" y las lagrimas salieron de mi rostro. Mis acompañantes me consolaron. Ahora si estaba emocionalmente quebrado. No pensaba en un futuro después de eso. Nunca habrá algo que supere para mi esa hora tan corta e intensa. Por eso es que si por alguna razón llego a tener hijos, o sobrinos o algo por el estilo y un día me preguntan "¿que es el rock?", les diré "Kasabian. Eso es el rock".
El mejor concierto de toda mi vida, por siempre.
Kasabian me hizo sentir algo que no había sentido, estar rodeado de gente que ama la misma música que yo, coreando y saltando a morir las mismas canciones. Tanto Meighan, Pizzorno y cia, hicieron de esa noche que dificilmente se me borrará de la memoria. Gracias por hacer que a Kasabian se le de el reconocimiento que merecen. :)
ResponderBorrarpdt: 20.000 personas no cabían ni a palo, 2.000 si :)
Se corrige de inmediato JuanDa. Gracias por leer... :)
BorrarEsta nota! No podria describir mejor toda la emocion y euforia que se sintio en el concierto. Definitivamente el mejor y mas poderoso concierto en el que he estado y de poder repetirlo definitivamente lo haria sin duda alguna hasta desgarrar mi garganta.
ResponderBorrarQue delicia ese sentimiento de unidad :D