lunes, 3 de abril de 2017

Estereo Picnic 2017, la historia. Parte III: Luces, sombras, Totó y Richie Hawtin


Lo que tiempo atrás era algo inaceptable y totalmente fuera de liga para mi, ahora parecía tener todo el sentido del mundo.

Algo pasa conmigo todos los días de cierre de Estereo Picnic. Nunca termino de sentirme cómodo entre tanta fusión y tanto DJ. Disfruto estar ahí, si, pero es como si fuese una persona completamente diferente. Eso no me impidió ver shows tan tremendos como los de Gogol Bordello, Los Fabulosos Cadillacs, Calvin Harris, Andrés Calamaro, o incluso Los Petit Fellas, The Flaming Lips y Alvvays el año pasado.

Que bueno que las tradiciones se hicieron para romperse en ocasiones. Esta vez salia de mi casa completamente motivado para ver muchos de los que se iban a presentar. Elkin Robinson, Nawal, Totó La Momposina, Buendia, Mateo Kingman, Sublime With Rome, deadmau5, Richie Hawtin... de camino a la ruta en Centro Suba me fijaba, nuevamente, en esa aceptación a la cual he sometido esa música. Los motivos no son muy claros, pero es un hecho: lo que tiempo atrás era algo inaceptable y totalmente fuera de liga para mi, ahora parecía tener todo el sentido del mundo.

No soy el único que ha pasado por ese cambio, con toda seguridad. La diversidad de la que hace gala Estereo Picnic ha terminado de formar este año a un sector del público que a las buenas o a las malas terminó entendiendo que era perfectamente natural pasar del rock al pop, a la electrónica, al reggae, a las fusiones de folclor con elementos contemporáneos, a las propuestas alocadas y disfrutar de todo eso sin sentirse culpable. No fue un proceso sencillo, y seguro que todavía hay gente que sigue cerrada en ese sentido (perfectamente natural, si me lo preguntan) pero la sensación de comunidad está ahí. Y viene mediada por esa diversidad musical.

Desafortunadamente llegué tarde el ultimo día de Estereo Picnic a pesar de salir relativamente temprano de mi casa. Aunque no es la primera vez que pasa (de hecho es lo normal para mi llegar un poco más tarde el ultimo día), de todas las veces que he llegado tarde esta me dolió más que cualquier otra por ser de la forma más idiota posible. Cogí la ruta como de costumbre en Centro Suba, pero no contaba con que el bus solo iba a salir de allí hasta que llenara el cupo. Tuvimos que esperar dos horas hasta que se llenara a pesar de los reclamos de muchos de nosotros por esa maniobra. Ese error de calculo me costó perderme a Elkin Robinson (el artista que más quería ver ese día) y Buendia.

Llegué a eso de las cinco de la tarde al Mundo Distinto, me encontré con el fotógrafo de Escena Indie y con algunos de los chicos de Insiders Collective. Luego de caminar por ahí un rato y buscar algunos plásticos para la lluvia que regalaba la gente de Armando, cogimos para el Escenario Tigo para ver a Totó La Momposina, que acababa de empezar.


Voy a hacer un paréntesis en la historia para contarles una anécdota medio rara. Como parte del cubrimiento que hice con Escena Indie del Estereo Picnic, hice una serie de entrevistas con algunos artistas nacionales que tocaron en el Estereo Picnic, concretamente los que más se ajustaban a ese publico. Ese día estaba entrando al edificio donde se haría la reunión de los artistas, y justo delante mio había una señora con un vestido colorido, tomándose su tiempo para entrar mientras varias personas la detenían para hablar con ella. No le presté mucha atención al tema, hasta que ya adentro y de un momento a otro vi que la estaban entrevistando los de Caracol. Entonces caí en cuenta: era Totó. Vi como una persona común y corriente a la máxima representante del folclor colombiano en el exterior. Era extraño, pero a la vez reconfortante.

No tenía intención de verla mucho tiempo, aunque tenia claro que al menos por cultura general tenia que ver su show (digo, si es el máximo referente del folclor nacional hay que conocer el motivo de primera mano...). Con lo que no contaba es con que iba a terminar enganchado a lo que hacia esa mujer junto a su excelsa banda de músicos como pocas veces me ha pasado con cualquier artista en toda mi vida.


No hablemos de folclor. Hablemos de ver ese escenario lleno de pelaos que iban a ver un montón de cosas distintas a Totó y fueron congregados por ella. Fuese para ver a Sublime, a Wiz Khalifa, a Martin Garrix o a deadmau5, el Escenario Tigo estaba lleno observando, bailando y aprendiendo clases de folclor con la bolivarense. Sorprendía y conmovía por igual ver cómo se dirigía sin complejos frente a esa audiencia, ávida (y con razón) de artistas internacionales. No se veía ni en ella ni en su banda la más mínima sensación de complejo frente al Estereo Picnic y todo lo que pudiese representar para nosotros.

Los músicos son un capitulo aparte. Que Totó podía sacar adelante el show era hasta esperable, ¿Pero que su banda estuviese conformada por los mejores músicos del país? Con eso si no contaba. Secciones de vientos y percusiones de todo tipo, guitarras (fuesen eléctricas o cuatros), maracas y bajo en vivo se juntaban o alternaban un tema tras otro con una armonía envidiable. Todos con sus respectivos solos (especialmente enormes los que involucraban percusiones) mientras el ambiente entre todos era una confusa mezcla entre sorpresa, admiración, alegría infantil, y redescubrimiento de raíces. Cuando sonaba "Aguacero De Mayo" vi entre el publico a dos tipos con banderas colgadas en sus espaldas, una de Colombia y otra de México mientras bailaban a ese ritmo. Sublime momento.


Pero incluso obviando la instrumentación, pude escuchar un clásico suyo como es "El Pescador" y darme cuenta por primera vez de la belleza y la sencillez con la que plasma un momento, una actividad, una situación cotidiana en esa otra parte de la sociedad que no tiene nada que ver con la ciudad. Nadie, absolutamente nadie, ni siquiera incorporando ritmos occidentales a esa tradición ha conseguido algo igual de certero, sincero y acogedor. Es el mejor y más grande acto nacional que haya participado en Estereo Picnic, y parece poco probable que ese titulo se pueda superar en el futuro cercano.


Todavía sorprendido fui a ver en el Escenario Moto a Mateo Kingman, el acto latinoamericano que más deseaba ver este año junto a AJ Davila. Con carpa llena, el ecuatoriano se despacho un show impecable, ofreciendo un directo donde lo reflexivo siempre podía abrir paso para lo movido de la manera más imprevista posible, siempre partiendo de fusionar cositas trip hop con música andina.


Tan bueno estuvo que fui a buscar al fotógrafo que estaba viendo a Nawal en el Escenario Budweiser y casi que lo arrastré para que le tomara fotos a Kingman. Igual aproveché y vi un rato de Nawal, quienes aun sonando a todo volumen (casi al límite del ruidismo), le metieron buena energía al asunto con ese reggae donde el dub, el ska y los trazos pop tienen su espacio. Hasta donde pude ver dieron un show bastante bueno.



Luego tomé rumbo al Escenario Tigo para ver a Sublime With Rome, la banda que creó el bajista original de Sublime, Eric Wilson junto al guitarrista y vocalista Rome Ramirez para seguir con el legado de la banda que en los noventa fue liderada por Bradley Nowell hasta su muerte en 1996. Francamente no iba con mayores expectativas, tan solo estaba ahí por "Santeria" y "What I Got?", las dos canciones que más pegaron de ellos. Iba más en plan conocer y pues... estuvo bien, supongo.

No tenían el mejor sonido y aparte de esas dos canciones fue realmente difícil para ellos comunicarse con el público (seguro había fans más recorridos en la trayectoria de la banda entre la gente, pero no los suficientes). En cualquier caso es innegable que le metieron pasión a su show. Mostraron por igual trazos de la influencia reggae, el dub y el ska, sumados al pulso típico del punk californiano tanto en los temas clásicos de Sublime (que fueron mayoría, evidentemente) junto a los que han grabado como Sublime With Rome, como es el caso de "Murdera" y "Sirens". Pero si se van con el aprobado es principalmente porque "What I Got?" nos puso a cantar a todos a una sola voz.


Terminada su presentación fui a buscar algo de comer. Fui a comerme un crepe en Crepes & Waffles y luego me di una pasada por una torre que dispuso Presto para lanzar cada cierta hora hamburguesas gratis. Mientras esperaba la hora escuchaba a lo lejos mientras Chancha Vía Circuito tocaba en el Escenario Moto. Prometían, pero no tanto como Mateo Kingman. Cuando llego la hora de coger la hamburguesa pude agarrar una, aunque casi pierdo mis gafas en el proceso.

Me encontré un rato después con mis compañeros de Escena Indie, con los cuales tomamos rumbo al Escenario Budweiser para ver a GusGus, grupo del que se esperaba muchísimo y desafortunadamente quedó a deber por una serie de motivos. Por un lado, no venia la banda completa, solo estaban el vocalista Daníel Ágúst Haraldsson y el responsable de los sintetizadores Birgir Þórarinsson. Por otra parte, el sonido no era el mejor, cosa de la que se quejaba Þórarinsson en medio del show constantemente con los responsables del sonido. Eso pudo afectar mucho su disposición a dar el concierto, pues hicieron varias omisiones importantes en el repertorio. No sonaron ni "Crossfade" y, para sorpresa de todos, "Over".

 

Aun así, debo reconocer que mostraron sus mejores cualidades, con todo y que no les alcanzara para dar el show que todos esperábamos. Haraldsson mostró ser un frontman en toda la regla con esos movimientos tan precisos y esa particular forma de incitarnos a bailar y movernos a su ritmo. Las programaciones de Þórarinsson a pesar de que el sonido estaba algo reventado eran certeras, implacables y a pesar de todo nos pusieron a bailar con "Airwaves" y "Arabian Horse". Pero lo uno no quita lo otro: pudo ser mucho mejor de lo que finalmente fue.

En ese momento ya el cansancio de los tres días se percibía en todo el equipo de Escena Indie. El fotógrafo siguió haciendo su trabajo con el resto de artistas de la noche, pero el resto decidió irse temprano. Como yo me prometí aguantar hasta el cierre los tres días de Estereo Picnic, dirigí mis pasos hacia el Escenario Tigo, donde ya deadmau5 estaba haciendo lo suyo.

El canadiense tiene algo que engancha fácil con su figura más allá de su celebre casco, y es el aprovechar el EDM al servicio de sus tendencias alocadas y a ratos progresivas. No tuvo problemas para encandilar un publico algo extraño porque parecía más expectante a lo que hiciera el fiestero Martin Garrix que de este canadiense más alocado e impredecible. No lo vi demasiado porque para el momento en que llegué iba como en la mitad del set, pero estuve lo suficiente para verlo hacer "Ghosts N Stuff" (ya va siendo hora de traer a Rob Swire sea con Pendulum o con Knife Party...) y "Maths". Buen show del que solo vi algunas canciones porque había que ver al tipo que tranquilamente podía rivalizar con el o Garrix en eso de convocar gente y enloquecerla: Richie Hawtin.


Dirigí mis pasos al Escenario Moto rápidamente, y me sorprendió para bien darme cuenta que estaba completamente llena. En ese momento Julio Victoria estaba terminando su set donde lo house y lo experimental se trabajaban en una linea borrosa pero muy efectiva igual. Se va entre aplausos, y en un abrir y cerrar de sus ojos su consola es reemplazada por otra. Sin mucho ruido, el tipo que le dio un segundo aire al techno de Detroit en los años noventa ya había aterrizado para darle al Mundo Distinto del 2017 el cierre que se merecía.

Hubo dos momentos al comienzo del set de Hawtin que dejaron claro lo enormes que iban a ser esas dos horas pinchando en el Escenario Moto. El primero fue cuando tomó las cosas por donde las había dejado Julio Victoria y empezó a transformar los beats y ruidos raros de Victoria en ese híbrido entre techno, house y trance que durante dos horas nos iba a poner a bailar como si hiciera vudú a través de la consola. Pura magia old school de la que tanto gusta Hawtin. Se nota que se tomó todo el asunto como dos o tres DJs seleccionados para una fiesta cualquiera (o mejor, una fiesta dentro de otra fiesta) en perfecta sincronía proponiendo algo más allá de luces y rankings de mejor DJ.


Unos minutos más tarde ocurrió el otro momento. Cuando deadmau5 terminó su set comenzaron a tirar fuegos pirotécnicos, así como lo hicieron con cada headliner que cerraba su presentación. Mientras Hawtin pinchaba, veíamos por detrás cómo las luces iluminaban el ambiente de una manera casi armónica con lo que hacia el canadiense. Fue una eventualidad que puso la mística y el delirio por las nubes en el Escenario Moto, misma que no volvería a bajar hasta las 3 de la mañana cuando terminaba el set.

El resto de la noche fue un delirio indescriptible. Se divertía desquiciando todo lo que contribuyo a crear en el pasado. Ponía trazos de techno fuese el más denso o el más minimalista y manejaba los momentos en los cuales estallaban los bajos a su antojo. Y el merito es doble si se toma en cuenta que no requirió de apelar a hits radiales o algo remotamente parecido a las canciones que ha publicado en el pasado. Simplemente eligió los mejores sonidos posibles, los puso juntos y el resultado fueron dos horas memorables y arrolladoras. Lo crean o no fue, por paliza, lo mejor de este Estereo Picnic.

En esta edición el Mundo Distinto de la 222 con Autopista entró a un punto donde, por un lado, ya nos hemos acostumbrado a su presencia. Damos por hecho que seguirá ahí, y que continuará ofreciendo lo mejor de la música nacional e internacional en sus tarimas. Por eso mismo puede que ahora los próximos carteles sean una apuesta segura constante, una tendencia definida que es un éxito y es muy difícil que cambie en el futuro. Entiendo lo de meter pop tipo The Weeknd o incursionar en el urbano con Wiz Khalifa y no lo pongo en tela de juicio así no sean de mi agrado, pero en los que apoyamos esos grupos raros, innovadores y completamente desquiciados, sentimos que deben arriesgarse más. Eso a pesar de admitir que se la jugaron bastante trayendo a Catfish And The Bottlemen, Silversun Pickups, Bob Moses o Mateo Kingman y salieron bien librados en todos los casos. Pero el estándar de rock es a ratos tan corto que se necesita algo más suicida. 

Seré más específico. Me produce cierta impotencia ver cómo nombres tipo The Jesus And Mary Chain, Courtney Barnett, Primal Scream, The Libertines, Moon Duo o The Brian Jonestown Massacre han pasado por la región en los últimos 5 años y nadie los agenda para un concierto en Colombia. Si, son más bien grupos de culto. Si, los admiramos. Si, los vemos en YouTube y nos asombramos con lo que pueden hacer en vivo en un Glastonbury o un festival cualquiera; pero por algún motivo nunca se arriesgan a buscarlos o a contratarlos porque al parecer no cumplen los criterios de ser radiables o tener buenas cifras en streaming. No creo que ese sea el único criterio con el que Estereo Picnic agenda artistas, pero es el predominante.

Puede estar mejor o peor la situación (igual no se puede complacer a todo el mundo) pero se hace necesario arriesgarse (y hasta perder, creo yo) en ese sentido para desafiar a la audiencia. Si les dan solo lo que quieren solo terminaran pervirtiendo eso en lo que muchos confiamos. Eso que con New Order fue mitad halagos, mitad rechiflas por parte de un publico que casi que estaba allí solo por ver a The Killers.

No obstante, creo que la responsabilidad de asumir esos riesgos le corresponde a otros. Páramo a estas alturas de la vida ya cumplió su cometido con su máxima creación: nos puso definitivamente en la mira de las giras mundiales del momento. Eso es innegable y es de agradecer. Pero a pesar de haberlo disfrutado bastante, ha llegado la hora de dar nuevos pasos hacia adelante. De seguir escribiendo capítulos en la historia del rock, del pop, de la electrónica, de los conciertos y la música colombiana. ¿Los dará Estereo Picnic? ¿Habrá alguien que se atreva a cubrir esa necesidad sin tanto público pero igualmente importante? El tiempo lo dirá, y nosotros también. Ojala en el futuro el transporte sea menos traumático en el futuro, pues las historias de ese potrero al que llamamos "Mundo Distinto" siguen estando a la altura, a pesar de cualquier reserva que podamos tener.

Nos veremos en un año. O no.

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