miércoles, 14 de febrero de 2018

Cambios, y 10 canciones de cambio


Estamos en una transición, en ese punto donde la doble hélice se junta indicando que mientras algo decae, algo emerge para tomar su lugar.


Desde hace un tiempo vengo lidiando con una situación muy conflictiva que la gente puede notar más o menos, pero es evidente que ha incidido en no escribir con la frecuencia de años anteriores (es mi primera entrada del año y estamos ya a mediados de febrero, así que calculen...). 

A pesar de que me esfuerzo en dar lo mejor cada vez que publico o escribo cualquier cosa (y ciertamente eso no ha cambiado ni cambiará) de un tiempo para acá he perdido la fe en eso que durante tanto tiempo parece que se me dio tan bien: las reseñas de discos. 

No hay un motivo en concreto, pero comencé a notar los síntomas conforme fui encontrando repetitivo el contenido o el enfoque entre una y otra reseña. Cuando una actividad se vuelve monótona, repetitiva y hasta obligatoria lo justo es dejarlo. Y en parte lo hice (salvo por las reseñas para los otros medios que todavía escribo), pero incluso eliminando la presión de escuchar discos me ha resultado difícil escuchar un álbum entero. No logro concentrarme, lo que sale de los audífonos parece mero ruido de ambiente para mi tránsito de la casa al trabajo y viceversa, y aunque lucho para meterme en las pistas para descubrir sus secretos, también me pregunto si no debería ser la misma canción quien me lleve a su interior sin necesidad de forzar las cosas.

Esa “pérdida de fe” se traduce en una lucha interna. Me pregunto mucho si acaso no he saturado ya mi búsqueda de “lo nuevo” en el rock o la electrónica o lo que sea y ahora sigue ese, en apariencia, inevitable paso de tirarle basura a toda banda nueva solo por ser nueva. No dejo de pensar si no comienza a surtir efecto en mi cabeza eso de “el rock está muerto” y ese giro deliberado hacía otras manifestaciones en detrimento de las que he seguido siempre. Es inevitable caer en cuenta que los años no llegan solos y puede que ahora no tenga de otra que entregarme al mínimo común denominador, dejar de tomarme mis pasiones tan en serio y ser uno más en el mundo. También sobrevuela esa duda de si no estoy llegando a ese punto donde comenzaré a escuchar discos viejos, clásicos, y abanderar una vieja guardia (o viejas guardias) que ya pasaron y difícilmente volverán.

Entonces mi lado más intransigente, terco y obstinado aparece como diciendo “a la mierda con todo eso”. Habiendo o no conflicto interno, se hace necesario seguir documentando, seguir mostrando lo que sigue apareciendo en la música. Porque una cosa es que la inmensidad de Internet castre mucha de la continuidad (y por qué no, el rigor) que hubo en el siglo XX para separar a los destacados de los fantoches, y otra que no siguieran apareciendo bandas o canciones que por lo menos llamaran mi atención y la merecieran. Si el rock estuviese muerto no seguirían apareciendo tantos proyectos todos los años. Aunque lo intentara nunca podría encajar seriamente entre las mayorías, y si escribo esto es porque todavía siento pasión por lo que hago. Eso, incluso reconociendo mi desorientación actual.

La frustración me invadió durante el año pasado y prácticamente dejé de publicar porque no hallaba ese algo que pudiese servir para llenar el espacio de las reseñas. Lo gracioso es que mientras estas palabras se iban materializando en el texto que leen, como que encontré una solución. ¿Y si escribo más cosas por esta línea tipo ensayo, pero enfocadas a la música? No es una idea nueva para mí, porque de vez en cuando hice editoriales acá y en la sección Pills ‘N’ Thrills hago ejercicios similares pero con menos palabras.

Eso no quiere decir que deje de hacer reseñas, naturalmente, pero si que serán menos frecuentes.

Todo eso hará parte de una reestructuración que se irá dando progresivamente en THIS IS MUSIC y va encaminada a dos objetivos: centralizar el blog para que albergue las publicaciones que hago para otros medios, e incrementar la calidad de los contenidos ofrecidos a ustedes, los lectores, los únicos que realmente importan en esta ecuación.

Estamos en una transición, en ese punto donde la doble hélice se junta indicando que mientras algo decae, algo emerge para tomar su lugar. Vamos a ver por donde nos lleva esa trayectoria. Por lo pronto, 10 canciones que hablan de cambiar. ¿Cambiar qué? El mundo, la vida, de pareja, de Dios... Todo cuenta.


1. David Bowie - Changes




2. The Clash - White Riot



3. The Plastic Ono Band - Give Peace A Chance



4. Two Door Cinema Club - Changing of the Seasons



5. Orange Juice - Rip It Up



6. Judas Priest - Breaking The Law



7. Depeche Mode - The Landscape Is Changing



8. Ozzy Osbourne - No More Tears



9. Bob Dylan - The Times They Are A-Changin



10. U2 - Where The Streets Have No Name

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