jueves, 16 de enero de 2014

Reseña: Toy – Join The Dots


Un disco para escuchar a oscuras en la habitación, acostando en la cama, mirando hacia el techo con los ojos cerrados.

A comienzos del año pasado y motivado por factores como el boom de Tame Impala del año pasado y los lanzamientos de Foxygen y My Bloody Valentine, predije que el 2013 sería un año donde la crudeza y la psicodelia marcarían la parada antes que la electrónica o el post punk. Y a ese nivel empiezan a surgir una camada de bandas que toman ambos elementos como bandera para escribir un nuevo capítulo en la historia del indie y en la del mismo rock.

Toy es uno de los grupos más interesantes surgidos en esta segunda década del siglo XXI. Siguen la estela shoegaze de The Horrors, pero las guitarras se hacen sentir incluso más que en la banda de Faris Badwan. Nace en 2010 de las cenizas de Joe Lean & The Jing Jang Jong, grupo meramente post punk que a pesar de algunos sencillos interesantes y llegar a presentarse como teloneros de Blur en Newcastle y Glastonbury en 2009, pronto se disolvió al no poder encontrar una discográfica que les permitiera grabar su primer álbum.

A dicha banda pertenecían los guitarristas Tom Dougall (que la abandonó unos meses antes de su ruptura) y Dominic O’Dair, y el bajista Maxim Barron; quienes se juntarían con el baterista Charlie Salvidge y la teclista española Alejandra Diez para conformar Toy en 2010. Ya para 2011 hicieron de teloneros para The Horrors a mediados de ese año, estrenando además “Left myself behind”, su primer sencillo que recibió comparaciones con los Horrors de Skying, y agotando el tiraje inicial de 100 copias en un solo día. The Guardian los describió en su positiva reseña como “una jam sesión entre Stereolab, Felt y Pulp”, a lo que se uniría el apoyo del NME al incluirlos entre las 100 bandas para escuchar en el 2012.

El debut homónimo aparece en septiembre de 2012 y deja claro desde el principio que post punk, psicodelia, y shoegaze van como un todo armónico en su propuesta, sostenida por los lamentos robóticos de Tom Dougall, que en su garganta pareció tener tanto de Ian Curtis como de Kevin Shields.

Sin embargo, Toy da un salto interesante en este segundo trabajo, Join The Dots, que incorpora elementos del krautrock para aumentar el rango de posibilidades sónicas en su creación y ejecución. ¿Pero es solo el krautrock un factor que decida por si mismo que Toy alcanzara mucha más atención este año que en los anteriores? En las próximas líneas lo verán.

El disco arranca marcando la pauta en “Conductor”, un cruce tremendo entre shoegaze y krautrock dado por esos ecos siniestros que bien pueden salir de una guitarra o de un teclado. Con el paso de los minutos va apareciendo un bajo prominente pero cargado de ritmo y una batería sencilla que se va haciendo cada vez más intensa. En sus siete minutos recuerda mucho y más que a cualquier otra cosa, al ritmo motorik de las canciones de Neu!.

Luego de semejante arranque, llega “You won’t be the same”. Es como si The Horrors quisiera tocar canciones de The Beatles o The Byrds. La psicodelia aparece enmarcada en unos teclados maravillosos por parte de Diez, Charlie en la batería apela a la sencillez para acentuar el carácter atmosférico de la canción, mientras que las guitarras alternan entre melodías marcadas en arpegios, momentos más densos y crudeza casi primitiva en las partes donde deberían estar los solos.

“As we turn” tira hacia el estilo de Pink Floyd en los años con Syd Barrett. No estaría del todo desatinado en decir que son similares las voces de Dougall y el ex vocalista de la banda de Cambridge. Para “Join the dots”, el bajo es protagonista de cabo a rabo con una línea bastante pegadiza en el inicio, para que de repente las pulsaciones se eleven al ritmo de unas guitarras que solo pueden invitar a dos cosas: o al éxtasis, o a bailar y romperlo todo entre el público cuando tocan esto en vivo. La deuda con Neu! no puede ser más evidente que en esta canción.

A esa demostración magnifica de creación atmosférica le sigue “To a death unknown”, donde el rollo se hace mas noise pop, al mejor estilo de The Jesus and Mary Chain. “Endlessly” se torna un poco más animada y surf en la batería, pero en general mantiene esa misma línea. Llega el turno del post punk descarnado de “It’s been so long” que con un tono mas melancólico y relajado en la voz de Dougall y sin complicarse demasiado en los instrumentos, consigue un buen resultado.

“Left to wander” recuerda en los teclados al Bowie de la Trilogia de Berlín. Es una especie de synthpop oscuro, en donde el diferencial lo marcan las guitarras en línea sesentera que ponen su sello en puntos estratégicos de la canción. “Too far gone to know” va con algún guiño a OMD mientras la batería hace sentir el asunto como una versión synthpop de “I am the walrus”. Los agudos del teclado se compenetran a la perfección con la batería, siguiendo ese ritmo krautrock que a esas alturas, es el sello principal del Join The Dots. La soñadora “Frozen atmosphere” además de ser la más pop de las 11 que conforman el álbum, parece marcar un punto de inflexión antes de la estocada final, la que nos dejara con ganas de mas. O de repetir el viaje cuantas veces sea necesario.

Y esa estocada que lleva por nombre “Fall out of love”. Se clava en la cabeza del oyente durante sus casi 10 minutos de duración. Es la espina dorsal alrededor de la cual gira todo lo que se pudo escuchar a lo largo del álbum. Krautrock, post punk, psicodelia, shoegaze, melancolía, arpegios, dinámicas cambiantes, bajos pegadizos, baterías sencillas pero autoritarias, guitarras impredecibles y quien sabe cuántas cosas más.

Comprender Join The Dots implica que para hacerlo seductor al lector, se deba recurrir a las comparaciones. El problema es que pueden resultar bastante disparatadas. Porque, en esencia, es como darle esteroides al Loveless de My Bloody Valentine, como la versión synthpop del Sgt Peppers de The Beatles, como si Neu! resucitara y hablara en ingles. Es krautrock hecho para el siglo XXI. Es llevar la pelota un paso mas allá de lo que había conseguido The Horrors hasta la fecha. Un disco para escuchar a oscuras en la habitación, acostando en la cama, mirando hacia el techo con los ojos cerrados, y disfrutando de un viaje sonoro que solo confirma lo que dejó el 2013 para la música: los sesenta han vuelto, y con más argumentos que nunca para escribir una nueva página en la historia del indie.

Porque, a estas alturas es el surgimiento de tres bandas las que representan esta nueva tendencia en la música, con cada una marcando su propia escuela: los ya mencionados Tame Impala desde Australia y con guiños constantes a Todd Rundgren (de quien incluso hicieron cover), Foxygen desde Estados Unidos con una psicodelia mas sesentera, inspirada en la Costa Oeste y el ejemplo que ya marcó MGMT, pero con mayor crudeza para hacerse sentir. A ellos se les unen ahora desde Brighton, Reino Unido, cinco personajes que pintan para ser el acople más potente y desgarrado del lugar, junto a Temples y un debut que en los próximos días tendrá su respectiva reseña. Aun deben demostrarlo en los próximos meses, cuando los festivales europeos y los blogs les den el aprobado, como parece ser la costumbre en el indie europeo.

Mi recomendada es “Left to wander”. Le hace uno pensar en el pasado, pero a la vez en lo esperanzador que puede ser el futuro si se les presta atención.

Aquí va “Join The Dots”.



Calificación: 4.5/5

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