Es el álbum nacional que más satisfecho me ha dejado en el 2015.
Terminaba el 2011 y me encontraba en el Festival SOMA. Estaba ansioso por ver a Interpol, mi banda favorita de ese entonces, y no sabía (o no quería saber) casi nada del rock colombiano. Ese día tuve que iniciar mi aprendizaje sobre el tema luego de ver a unos Madame Complot que no durarían mucho tiempo juntos después de eso, a Superlitio perfilándose como lo más cercano que hemos tenido a una banda de estadio en años, y a cuatro niños medio gomelos que en esa ocasión me recordaban a Placebo y The Killers.
No eran malos, pero podían ser mucho mejores. Lo demostraban tocando las canciones de su primer álbum (todavía inedito), donde se les sentía bien acoplados, pero también muy forzados en eso de ser una banda indie de bolsillo que seguía las tendencias del rock anglo que se radiaba en ese tiempo en Colombia y buscaba pescar en rio revuelto. Esa banda era Telebit, y un año después sonaría en radio con varios de los temas de su debut, Primera Dimensión. Por esos días pensaba que no iban a durar mucho y que escuchar un segundo álbum de ellos podría ser utópico, si es que no se demoraba más de 5 años. Y si, se demoraron 3 años, pero fueron eternos.
Durante ese lapso de tiempo pude cogerle gusto a Telebit y a las canciones de Primera Dimensión, aunque mi posición de que fueron una banda indie de bolsillo se mantiene. El cambio real para los bogotanos se dio el año pasado cuando lanzaron "Sombras" y mostraron una personalidad que en el primer álbum no tenía muchos precedentes, salvo en la importancia de los teclados.
Por distintos motivos no pude verlos en los dos Estéreo Picnic en los que estuvieron, ni en Rock Al Parque el año pasado, así como tampoco los he visto en un show solos. Y es una lástima porque desde que escuché "Sombras" he querido ver cuánto han crecido esos cuatro desde ese SOMA 2011. Con suerte en el Hermoso Ruido me tomaré esa revancha.
Hasta entonces hay que ponerle atención a Doce Vientos, una abierta ruptura con el pasado y sobre todo el reflejo más claro de la influencia de Caifanes en la banda bogotana (para la muestra, “Somos Coyotes”). La fusión salvo en “Amuleto” no es tropical sino indígena, como queda demostrado en “Chia”, “Llévame Ritual” y la misma “Sombras”, siendo ese un diferencial importante a la hora de abordar el álbum.
“Doce Vientos” y “Meridianos” son temas estrictamente sintéticos, aunque siempre mostrando ese lavado de cara al que se sometieron. Tan así que lo más cercano a Primera Dimensión en este álbum lo encontramos en las guitarras de “Despertar” y “Sideral”.
Las canciones no son un pastiche indie sino que se encuentran más ligadas a la tradición colombiana y con letras donde la relación con la naturaleza es determinante en el flujo del disco. Tratan esas raíces con respeto, pero se arriesgan a darles un giro estando en manos de ese acople. En ese sentido la voz de Daniel Acosta es impecable, alcanzando su mejor desempeño en las colaboraciones con Andrea Echeverry en “Entre Piedras Y Carbón” y con Pedrina en “Naufrago”, esta ultima que muy probablemente por el ritmo lento y la voz de Pedrina me recordó mucho a Mecano.
Todavía es complicado determinar si Doce Vientos es el álbum colombiano del año, puesto que la competencia con Bomba Estéreo es fuerte. Pero claramente es el álbum nacional que más satisfecho me ha dejado en el 2015. En ese proceso de “colombianización” no se olvidaron de que lo de ellos para bien o para mal son los teclados y las guitarras. Ambas cosas van por delante en el resultado final, más allá de que ahora quieran seguir esa línea de la fusión, dando como resultado un trabajo donde la identidad de Telebit finalmente cobra forma.
“Chia” es mi recomendada. Captura mejor que cualquier otra todo lo que buscaba la banda en este segundo álbum: teclados, ritmologia latina y mística.
Aquí va “Sombras”.
Calificación: 4.5/5
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