Hace unos días tuve una discusión en Facebook con alguien por algo que puse en el muro. Ocurre que mostré mi molestia con los encapuchados que peleaban con la Policía hace algunas semanas en la Universidad Distrital, principalmente por el hecho de que destruían propiedad publica con plata que a la larga, todos pagamos. Eso y el gas pimienta que alcanzó a llegar a mi trabajo (muy rara vez pasa eso, como para que entiendan la intensidad de la lucha) espantando a los clientes casi que por el resto del día.
Para la gente es mas fácil destruir que construir. Es mas fácil jugar a la defensiva que a la ofensiva en un partido de fútbol. Es mas fácil seguir la tendencia musical sin objecciones en vez de renovarla. Es mas fácil calificar al resto de "fachos" o "mamertos" que buscar la coexistencia.
No necesito ser de derecha o izquierda para saber que no estamos bien. No necesito "comer mierda" (como me decía el personaje) para darme cuenta que la gente la pasa mal abajo y que nuestros gobernantes son unos chupasangre aquí o en cualquier parte. Y por supuesto, no se necesita ser de uno u otro lado para saber que cuando pasan cosas como lo de los normalistas en México debes sentir no solo miedo de los tipos a los que elegimos por gobernantes, sino el valor para hacer frente a ese miedo y esas injusticias.
En Colombia esas cosas pasan en otras modalidades, mas o menos camufladas y ante una sensación de anestesia colectiva entre todos nosotros. Después de todo, la muerte es algo común para nosotros. Podemos ser "el país mas feliz del mundo", pero por insensibles. Porque le tenemos tanto miedo al dolor real que tenemos que estar siempre felices. Sentimos miedo de que la rabia nos haga levantarnos de verdad. Y vea usted, por eso es que ahora el bombardeo de conciertos es tan grande en los últimos tiempos. No quieren vernos enojados.
Cuando escribo esto solo pienso en una cosa: ni siquiera ser unos insensibles nos debe impedir ver que lo que pasó en México (que no es la primera vez que pasa, solo vean lo de Tlatelolco) o lo que pasa con Colombia a diario es grave y peligroso. Nos están castrando al hacernos creer que la inutilidad de la política no tiene arreglo y que por eso no vale la pena prestarle atención. Y al hacerlo, nos alejan de las decisiones importantes. Ni siquiera nuestro "entretenimiento" es joven. Como dijera alguna vez Martín De Francisco. "la radio juvenil es manejada por viejos". Ustedes conocen esos nombres mejor que yo.
Pero es importante que esa ceguera tampoco nos haga pensar que destruyendo nuestros países vamos a llegar a algún lado. De esa forma se podría ganar la guerra, pero no va a llegar la paz, la equidad, o la tolerancia a nuestras vidas.
No se porque escribo esto. Seguramente esa obsesión de crear el manifiesto para una generación que ve tantos manifiestos como pantallas de computadores o smartphones existen en el planeta es demasiado irresistible. De todos modos, no creo estar faltando tanto a la verdad al hacerlo. A mi verdad. Después de todo, quiero hacer historia. Como la están haciendo, para bien o para mal, los 43 de Ayotzinapa.
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