miércoles, 14 de junio de 2017

Reseña: Kasabian - For Crying Out Loud


Por cada tema bueno hay uno o dos no tan buenos.

Luego de cinco discos donde lograron imponerse a pesar de sus detractores, Kasabian tenía un gran desafío por delante al momento de lanzar ‘For Crying Out Loud’. Básicamente llegaron al punto máximo de su popularidad, y podría decirse que la gira de su antecesor ’48:13’ dejó ver su mejor versión en los directos. En teoría este álbum se presentaba como la posibilidad de acceder a esos logros que solo están reservados para las figuras pop, como llenar el Wembley o cosas por el estilo.

A eso sumemos la inspiración que venía señalando el guitarrista y líder Sergio Pizzorno en las entrevistas cuando se le preguntaba por nuevas canciones, que iba entre el concepto de “la silla” planteado por The Beatles y el sonido de bandas como Talking Heads o ESG, junto al hecho de que iban a dejar de lado el sonido sintético alcanzado en ‘48:13’ para abrazar las guitarras. Visto de esa forma, es apenas lógico que despertaran tanta expectativa. A pesar de que los adelantos pecaban de cierta irregularidad, persistía el interés.

Al escuchar el disco todo eso se desinfló con una velocidad sorprendente.


El primer tema “Ill Ray (The King)” pone de manifiesto el primero de varios pecados de la banda en esta nueva aventura: un mal criterio para decidir si las canciones necesitan trucos de estudio o no. Cuando apareció primero la versión en el programa de Jools Holland prometía mucho al ser un híbrido entre Arctic Monkeys y The White Stripes con ese particular sentido melódico que aporta siempre la guitarra de Sergio Pizzorno. Sin embargo en la versión de estudio se ve opacada por ese eco de rock de estadio totalmente innecesario, desperdiciando lo que pudo ser un inicio aplastante, crudo y acorde con las expectativas que plantearon durante los meses anteriores.


Curiosamente en “You’re In Love With A Psycho”, una de las canciones que más polémica despertaron por ese aire más “poptimista” de lo normal en ellos, las cosas funcionan mucho mejor. Suena como una evolución lógica de lo mostrado en “Re-Wired” de Velociraptor! y con un pulso no tan alejado del cover que hacían en la gira de ‘48:13’ al clásico de Cameo, “Word Up”. Produce incomodidad a ratos, sí, pero en comparación con otros temas del álbum, no está ni cerca de ser un tema descartable. Lo que si hace es plantear la irregularidad en el flujo de ‘For Crying Out Loud’, pues por cada tema bueno hay uno o dos no tan buenos.

Podría decirse que es el caso de “Twentyfourseven”. Tiene momentos donde engancha y deja ver esa potencia que nos encanta de ellos aplicada en un formato más fiestero, pero hay otros donde se pierde en su propio voltaje. A lo mejor esta si necesitaba uno o dos trucos de los que usaron en “Ill Ray (The King)”. La que con toda seguridad no se salvaría ni así es “Good Fight”, un intento de número melódico muy mediocre que no lleva a nada en el álbum y, por el contrario, nos hace preguntarnos ¿Pero no habían dicho que ESG y Talking Heads eran influencias en el disco? ¿Qué está pasando? No está mal la interpretación en si misma, pero las voces de Pizzorno y Tom Meighan suenan más como si cantaran un tema infantil tipo Plaza Sésamo.

Las cosas se enderezan un poco con “Wasted”, una especie de flamenco con dosis de melancolía y humor equilibradas por una guitarra de tintes new wave. Tiene pinta de pegar fuerte en los directos, pero tal vez en la versión del disco se percibe indecisión entre si debe tener la potencia que puede dar en vivo, o por el contrario ofrecer un momento más intimo. En la que no dejan dudas en eso de tomar todas las decisiones correctas es en “Comeback Kid”. La trompeta del inicio suena muy al estilo de Dexys Midnight Runner, mientras el tema en sí mismo parece una versión mejorada de “Days Are Forgotten” con un trabajo notable del baterista Ian Matthews para manejar a placer los tiempos del tema. Es un clásico instantáneo y festivalero, como los que bien saben hacer.

Deja algunas dudas “The Party Never Ends” (sobre todo porque la voz de Tom Meighan parece opacada por la instrumentación), pero el ambiente barroco muy al estilo de lo mostrado en el pasado con ‘West Ryder Pauper Lunatic Assylum’ cruzado con toques hip hop (nuevamente impecable el trabajo de Matthews) los deja relativamente bien parados. Mejoran nuevamente las sensaciones con el otro gran tema del álbum: “Are You Looking For Action?” donde aprovechan las enseñanzas que les dejó grabar “Treat” en su ’48:13’ para aplicarlas a un contexto más orgánico, como reinterpretando la versión más salvaje de Talking Heads con un sentido del ritmo menos rígido. Otra fija en sus directos, y junto a “Comeback Kid” la canción más destacada del disco.


De aquí en adelante el nivel decaerá bastante. “All Through The Night” con Pizzorno en las voces es otro momento acústico que contradice toda la emoción mostrada en “Are You Looking For Action?” dejándolos nuevamente en la nada misma. Pareciera que quiere mostrar algún rastro de sensibilidad pero, o es demasiado predecible su forma de hacerlo, o deja bastante descolocado al seguidor promedio de Kasabian. Recuperan algo de nivel con el ritmo skank en las guitarras de “Sixteen Blocks”, pero las armonías vocales resultan exageradas y lo que pudo ser un tema arriesgado se volvió un intento de forzar coros de la audiencia con mejores intenciones de las que aparenta en una primera escucha. El turno es para “Bless This Acid House”, otro de los temas que adelantaron en el programa de Jools Holland. Contrario a lo que pasó con “Ill Ray (The King)”, en este caso los trucos de estudio le permiten sonar más encendida de lo que realmente es. Los cambios de ritmo son impecables y, aunque algo excesiva, funciona mejor que el promedio. El final es con la función góspel de “Put Your Life On It”, que cierra el disco con cierta dosis de elegancia.

En ‘For Crying Out Loud’ Kasabian dobla la rodilla por primera vez en su trayectoria. Más allá de que siempre tuviesen sus detractores, el peso de cinco discos que les permitieron forjar una carrera respetable y un público desaforado como pocos en el mundo indie les pasa factura aquí. Cuando todos esperábamos un disco directo y guitarrero como bien los saben hacer junto a trucos propios del funk o la música disco, terminaron ofreciendo un trabajo apagado, desorientado, y bastante irregular. Es como si les hubiesen chupado toda la ambición mostrada en sus trabajos anteriores, sus ganas de comerse al mundo. Se hace evidente que los problemas personales de Tom Meighan durante su grabación (lidiaba con un divorcio y la muerte de un amigo cercano) afectaron mucho el juicio y rendimiento de la banda.

Otro factor decisivo es que Pizzorno produciendo los discos de Kasabian demuestra que todavía no tiene la experiencia necesaria para plasmar por si solo todo lo que podría dar de sí mismo tanto él como sus compañeros en un disco. En ’48:13’ dejaba algunas dudas, pero eso se compensaba al ser un trabajo donde los sintetizadores podían quitarse y ponerse sin mayor problema. En un álbum más orgánico y guitarrero como este no es tan sencillo cubrir los errores. Si la interpretación o el enfoque no son apropiados, lo pagara el resultado final de una u otra forma.

Aun así, no creo necesario ponerse apocalípticos. Es el primer paso en falso serio que da el grupo (uno que en cualquier caso dejó buenos momentos) y hubo condiciones que complicaron más las cosas de lo necesario. Si se dan cuenta de eso, su próximo álbum volverá por la buena senda. Pero hoy, podemos decir que han defraudado como nunca antes. Y que para el próximo álbum es necesario que recurran a un productor externo a la banda. Ojala uno que potencia sus habilidades y no que los acerque a la mediocridad predominante en la música pop de la actualidad.

Mi recomendada es "Comeback Kid". Aunque no fuese lo que esperaba, a 'For Crying Out Loud' le tenia fe era por esa canción antes que por cualquier otra.

Aquí va "Bless This Acid House".


Calificación: 2/5

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