Era solo el comienzo de su reinado en las discotecas de todo el mundo.
1995 fue un año memorable para la música. Oasis, Pulp y The Smashing Pumpkins lanzaban sus discos más aclamados, Pearl Jam se declaraba en rebeldía ante la industria y su etiqueta grunge con Vitalogy mientras que Foo Fighters lo hacía con el fuerte pasado de Nirvana en su debut. No Doubt y Alanis Morrisette daban el salto a la popularidad, Deftones inauguraba el nu metal, Radiohead daba su primer guantazo a la crítica, mientras que Blur y Red Hot Chili Peppers caían en una etapa de dudas e inestabilidad a pesar de lanzar discos muy buenos. Lamentablemente solo pude hacer una de esas retrospectivas, la de Oasis. Tal vez haga una o dos más de las mencionadas, pero no es completamente seguro.
En fin. Fueron doce meses movidos… para el rock.
¿Y la electrónica? A mediados de ese año no pasaba por el mejor de sus momentos, claramente. Para 1994 se había ilegalizado la cultura rave en el Reino Unido (o al menos su motor, las fiestas al aire libre sin licencia) en la Ley de Criminalidad y Justicia de ese año y el fuelle parecía perderse en los clubes por ese golpe directo a la creatividad de sus exponentes. Claro, todavía se escuchaban discos tremendos como los debuts en largo de Leftfield y Goldie, pero a pesar de su innegable calidad no se sentía que pudieran dar un salto más allá de lo que sus públicos acostumbrados exigían.
Es ahí donde entra en escena un dúo bastante prometedor de Manchester, The Chemical Brothers, con un disco que va a cambiar para siempre la cara de la electrónica, inaugurando una nueva edad de oro que se prolongará por los siguientes siete años vinculando una cantidad de gente impensada incluso en el "segundo verano del amor" que provenía no solo en Inglaterra, sino del mundo entero. Hablamos de su debut en largo, Exit Planet Dust, que cumplió 20 años en este 2015.
Contexto
Durante los primeros años noventa Tom Rowlands y Ed Simons se juntaron al ver que coincidían en su fanatismo por el hip hop y el house para armar un dúo que terminaría la tarea que Happy Mondays había comenzado: establecer un vínculo directo entre el rock y la electrónica. Primero bajo el alias de The 217 Turbo Nutters, donde daban rienda suelta en sus sets a su admiración por New Order y Public Enemy, entre muchos otros artistas.
Unos meses más tarde cambian su nombre a The Dust Brothers y graban su primer sencillo, “Song To The Siren”. No tuvieron una respuesta inicial muy positiva por parte de las disqueras, pero por fortuna para ellos hubo alguien que les dio el empujón que necesitaban: la leyenda entre los DJs de Manchester, Andrew Weatherall, quien la incluyó en sus setlist con regularidad durante los primeros meses de 1993. Posteriormente firmaría al dúo para su disquera Junior Boy’s Own y lanzaría comercialmente “Song To The Siren” en el mes de mayo.
Con ese éxito emergente comenzarían a ser solicitados para hacer remezclas de grupos consagrados como Leftfield. Para 1994 lanzan el EP Fourteenth Century Sky donde aparece por primera vez “Chemical Beats”, obteniendo un éxito todavía mayor y haciéndose cada vez más solicitados para remezclas por parte de gente como Manic Street Preachers, The Prodigy o The Charlatans. Su remix a “Voodoo People” de The Prodigy comenzó a rotarse con frecuencia en MTV. Por esas mismas fechas comienzan a registrar y recopilar los temas que hacían parte de su repertorio en esos primeros años y que van a conformar Exit Planet Dust.
El disco
Casi nunca ocurre que al momento de grabar un disco de la envergadura de este se haga en términos de "hacer una revolución". Generalmente la suerte le sonríe a los que no son tan pretenciosos, y ya veiamos que eso le ocurrió a Tom y Ed cuando Andrew Weatherall los descubrió. Sin embargo, es inevitable hacerse preguntas con los elementos que los llevaron a desarrollar ese sonido big beat.
Evidentemente el hip hop es uno de los motores de su creatividad, pero en un plano más general, ¿era su forma de equipararse al grunge? Puede ser, pero ¿por qué entonces en la segunda parte del disco deciden girar hacia algo más atmosférico? ¿Estaba entonces más influido por los logros finales de la cultura rave? Existe la posibilidad, pero los beats del house que inspiraban esa cultura no solían darse esas libertades que si se daban en Exit Planet Dust. Hasta en esa inspiración hip hop hay cuestionamientos, pues sus breakbeats no se aplicaban de la misma manera que en jungle o el drum and bass.
Lo curioso es que la clave estuvo en todo eso al mismo tiempo. Aunque pueda parecer contradictorio, The Chemical Brothers aplicó todas esas posibilidades en un estilo totalmente diferente del resto, sonando distantes del resto de la escena electrónica del Reino Unido, pero a la vez inusualmente familiares. No se veían (ni se han visto nunca) como los lideres de un nuevo movimiento de la música electrónica. No sentían una responsabilidad con Inglaterra para demostrar que las parrandas no iban a morir solo porque una ley lo dictaba así. Pero sin proponerselo, hicieron ambas cosas. Y lo hicieron en un contraataque dividido en dos actos.
Ese primer acto arranca con “Leave Home”. Samplea a Kraftwerk en la entrada y muestra la rotunda apropiación del big beat por parte de Rowlands y Simons. Los bajos hacen presencia y se apoderan de la situación de una forma que hoy en día se siente demasiado orgánica. Como si los tocaran en vivo. Sigue “In Dust We Trust”, la cual hace referencia en el título al hecho de que tuvieron que cambiar su nombre original de The Dust Brothers por problemas legales con el mismo en Estados Unidos. Es más agresiva y libre, con algunos agregados más exóticos a sus siempre contundentes beats. Si recuerda a Beastie Boys, no debe sorprender, pues samplearon una canción de ellos para la ocasión.
Una especie de mantra femenino se apodera de la situación y eso significa que llega la hora de “Song To The Siren”, la canción con la cual comenzó la historia de The Chemical Brothers. Incita a marchar, a seguir su designio, así eso implique seguir su voz hasta lo más profundo del mar hasta ahogarnos al ritmo que imponen ambos productores. Curiosamente la voz que escuchamos es el resultado de poner en reversa la voz de Lisa Gerrard en la canción “Song Of Sophia” de la agrupación Dead Can Dance.
Mientras los ecos de la sirena se alejan poco a poco de nuestros oídos, un ruido medio industrial abre paso a “Three Little Birdies Down Beats”. Bien apropiada para los clubes noventeros, oscura, dispuesta a hacer del baile (o de la fórmula que impone el dúo) algo así como una fruta prohibida. Algo imposible de alcanzar. Una especie de quimera para cualquiera que se dedicara a pinchar por esos días.
La palabra clave en Exit Planet Dust es “beats”. No solo por protagonizar un tema tras otro, sino porque desde “Three Little Birdies Down Beats” nos encontramos con una especie de trilogía interna que parece reafirmar bien el principio que sostiene la música en ese disco. Prueba de eso es que sigue “Fuck Up Beats”, donde los golpes llevan el peso total de la canción con algún ruido electro esporádico al fondo. Es todavía más oscura que su antecesora y algo difícil de seguir.
No obstante, puede que la razón real de su existencia sea el afinar los componentes que hacen de “Chemical Beats” una de las canciones más representativas de The Chemical Brothers. Absolutamente arrolladora en sus cambios de ritmo, golpes de percusión precisos, directos y con cierta dosis de libertad que hoy en día resultan impensables. Sube y baja a su antojo, mientras que todos hacemos lo mismo. Allí concluye el primer acto de Exit Planet Dust, donde han dejado muy claro la importancia de los beats en su propuesta y lo que, a la larga, constituirá su sello de identidad.
En el segundo acto nos encontramos con algunos momentos más relajantes, donde los bajos adquieren más protagonismo, girando un poco más hacia el house y dejando espacio para ciertos coqueteos con la psicodelia que nos encontraremos en el futuro inmediato del dúo. En una entrevista que dieron este año a The Guardian por el vigésimo aniversario de su debut, el dúo explicaba que tomaron esa decisión pensando en la gente que escuchaba su disco en su hogar y no en un club. “Chico’s Groove” cumple a la perfección con esas credenciales, aunque sigue manteniendo alguna dependencia de los beats.
En cambio, para “One Too Many Mornings” parecen rayar directamente en el por entonces popular trip hop de Massive Attack y Portishead. Es más cadenciosa, se sostiene totalmente en el bajo, suma algunos golpes que evocan la selva y por sobre todas las cosas cumple con mostrar que la carrera de Rowlands y Simmons puede ir para largo si deciden manejarse siempre oscilando entre esos dos extremos. Como dato curioso, su título se extrae de la letra de “The Times They Are A Changin’” de Bob Dylan, héroe personal del dúo.
Llega el turno de otro tema memorable de Exit Planet Dust: “Life Is Sweet”, con Tim Burgess de The Charlatans en la voz. Aunque sube las revoluciones comparado con el paréntesis de los dos temas anteriores, mantiene ese tono más atmosférico y cadencioso que venían desarrollando, sumando beats más dinámicos para que se adapten a lo que uno suele esperar cuando Burguess canta. Luego de un momento de frikismo en “Playground For A Wedgeless Film” donde parece que nuevamente afinan los ritmos, llega el gran final…
Aunque sería muy atrevido decir que es lo que le da carta blanca a muchas cosas en su carrera posterior (Further, por ejemplo) no lo sería tanto decir que esa canción fue un paso importante para darse cuenta que podían llevar su música a públicos nuevos. No necesariamente más numerosos, pero si a personas que tradicionalmente habían sido ajenas a la electrónica, el house y las raves de donde salieron.
Las cosas que logra inspirar “Alive Alone” son increíbles, tomando en cuenta la forma en que empezó el disco. Parece un momento de limpieza espiritual, como si buscaran que su gente limpiara sus energías o lo que sea en la pista de baile. Beth Orton hace suya la canción mientras nos conduce por un lugar completamente fuera de este planeta donde podemos disfrutar de nuestra intimidad. Resulta contradictorio tomando en cuenta que hablamos de gente que (en principio) prefiere romper la discoteca. Pero esa canción deja muy claro que por esos días buscaban ir mucho más lejos que el resto.
Recepción
Todavía con el apoyo de Junior Boy’s Own, Exit Planet Dust sale a la venta el 26 de junio de 1995. Ingresó en el #9 de las listas del Reino Unido vendiendo aproximadamente medio millón de copias (un millón a nivel mundial). El NME lo definió en su momento como “un disco hecho por gente de mente abierta, para un público de mente abierta”. Allmusic destacó los continuos sampleos de guitarras y sirenas a lo largo del álbum, declarándolo como “uno de los pocos discos post-techno que logro algún tipo de éxito en Estados Unidos”.
Ese apoyo inicial les permitió irse de gira por Europa y Estados Unidos durante la segunda mitad de 1995 y gran parte de 1996, siendo por esos días cuando comienzan a darle forma a las canciones que van a conformar su álbum de 1997, Dig Your Own Hole.
Como dato curioso, unos por entonces emergentes Daft Punk remezclaron “Life Is Sweet” pocas semanas después de que saliera a la venta Exit Planet Dust. A Rowlands y Simmons les gustó tanto el resultado que incluyeron esa versión como lado b en el lanzamiento del respectivo sencillo en septiembre. En las notas del primer álbum de los franceses, Homework, agradecieron en los créditos a The Chemical Brothers. Lo mismo hizo un viejo amigo de ellos durante sus años pinchando en el Heavenly Social Club, Fatboy Slim, en su debut Better Living Through Chemistry.
Legado
Cuando más muerta parecía la electrónica en la música popular luego de enterrarse los sintetizadores ochenteros, Exit Planet Dust ponía sobre la mesa un notable ejercicio de adaptación del movimiento con la fuerza del grunge y lo metía de lleno en el nuevo milenio. Al usar bases hip hop y acelerarlas generaban un vínculo indirecto con la música de los años setenta, dando como resultado una música agresiva pero equilibrada, nunca exenta de estímulos para bailarla. Ese no es un dato menor para una década que trató continuamente de rescatar ese espíritu libre de los 60s y 70s. The Chemical Brothers no fue ajeno a ese influjo, cosa que queda perfectamente clara en la portada del disco, inspirada en la estética de los setenta y la determinación del dúo de vivir en la carretera, siguiendo sus propios designios.
Para 1995 con el fin de las raves en el Reino Unido y un futuro todavía incierto para la escena electrónica (con todo y que tanto el jungle como el drum and bass asumieran el liderazgo en el underground), The Chemical Brothers puso en circulación algo que rescataba las mejores cualidades de las bases rítmicas que sostienen tradicionalmente al rock y al hip hop (la fuerza del primero y los patrones cortados del segundo), sumando los logros de los pioneros del house en las islas y conseguir algo sumamente explosivo, pero además fácil de vender. La prueba de eso es que pronto se sumarían a la fiesta The Crystal Method, Groove Armada y Fatboy Slim, junto a unos The Prodigy anteriores a ese éxito y grupos como Underworld o Faithless que si bien no se les podría considerar globalmente dentro de la onda big beat, tampoco se alejaban mucho de lo que Tom y Ed hacían en la segunda mitad del disco.
¿Recuerdan la sensación que daba hace unos años escuchar Settle de Disclosure? ¿Se acuerdan como de la noche a la mañana aparecían artistas inspirados en ese sonido? ¿Y de como los colosos tipo Calvin Harris o Skrillex tuvieron que reformular sus acostumbrados postulados sobre el EDM y el dubstep? Bueno, algo así ocurrió en su momento con The Chemical Brothers. Lo que pasa es que ese era solo el comienzo de su reinado en las discotecas de todo el mundo, así como de una trayectoria que, veinte años después, sigue peleando con la misma confianza en sus propias posibilidades ante los más jóvenes.
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